DOS HOMBRES Y UNA GRAN AMISTAD.
Es evidente que el indicador de “ser justo” se evoca desde un periplo de intereses conveniente. Bueno, algunos estudiosos tienen de base el dulcísimo perfume de la humildad y la justicia social al trasmitir o aportar ejemplos a multiplicar o evitar se imiten a otros de pésimo calibre. Aunque existe también un fardo, disimulados bajo esta vestimenta de estudiosos, los cuales solo entretejen umbrales vergonzosos, pululando mezquindades: la envidia y/o el odio.
Estos últimos se acuestan sobre frases acuñadas para matar los sueños, con ataques constantes de papagayos tratando de apagar las más vivas ilusiones de los más necesitados de esperanzas. Se gastan creando encrucijadas con dudosas versiones en el intento de empañar las buenas obras y se emplean en lo estéril, de tratar de instalar telarañas en el desconocimiento humano para no dejar ver lo más esencial de la gesta.
La banalidad del cotilleo siembra colmillos en las personas, dando a entender la búsqueda del desesperado protagonismo de autoproclamarse a sí mismos con autoridad para establecer un estatus de tasadores. Éstos, son quienes viven con la envidia en la flor de la piel por no llegar a la inmortalidad de exigir con ejemplo o de construir con el alma limpia. Entonces, se desgastan en señalar peyorativamente a quienes ponen corazón y deslumbran con versos a la vida.
A esos que se dedican a la faena sin raíz, a dejar a otros llenos de ese aire sin generosidad por darle puñaladas a la virtud; a los que intentan acodar la hipercrítica ensordecedora, a la insulsa y desgarradora cacería de defectos, a la “divina” creación de intrigas, a tratar de opacar las luces del espíritu emprendedor, en vez de levantar la constante fuente de creación por el bien común de todos, les recuerdo que se hace evidente: “Quien tiene sucia el alma anda siempre retorciendo”.
“El único autógrafo digno de un hombre es el que deja escrito con sus (buenas) obras”, como dijo José Martí.
Desde mi humilde existencia, manifiesto mi más sincero respeto a quienes echaron su suerte con los pobres de la tierra y son (algunos físicamente fallecidos, hoy) un capital de energía que no permanece improductivo. Al Che y Fidel:
Desde el primer encuentro sostenido por Fidel y el Che, en México, un lazo de confraternidad nació en ambos. Dos grandes hombres que miraban al mañana con ojos llenos de sueños y fuego en el corazón.
Fidel comentó, en contacto con Aleida , hija del Che, sobre los sucesos ocurridos en México, cuando ambos estaban encarcelados; momento que el dirigente cubano había dado la orden de no mencionar nunca la afiliación política de ninguno del grupo. Sin embargo, el Che se enfrentó al policía manifestando su afinidad marxista. Fidel, asombrado mira al Che, pero éste le confiesa: “Yo no sé mentir”.Todos los encarcelados son liberados, menos el argentino, pero Fidel en la identificación plena con aquel joven intrépido, no lo abandona. Años después, el mismo Che comenta al respecto: " Le dije que no debía de manera alguna pararse por mi la Revolución y que podía dejarme: que yo comprendería la situación... también recuerdo la respuesta tajante de Fidel: ¡Yo no te abandono! Y así fue, porque hubo que distraer tiempo y dinero preciosos para sacarme de la cárcel mexicana. Esas actitudes personales de Fidel con la gente que aprecia son la clave del fanatismo que crea a su alrededor, donde se suma a una adhesión de principios, una adhesión personal, que hace de este Ejército Rebelde un bloque indivisible."
Dentro del proceso revolucionario, la tarea que se había propuesto Fidel era llevar la lucha a todos los terrenos de Cuba, unir las fuerzas políticas y lograr la victoria. Toda su preparación, conducción de las maniobras operativas y la confianza en los hombres que ponía el mando de acciones eran muestra de su gran inteligencia. No solo era el jefe, sino el maestro que iba señalando, orientando y esclareciendo (siempre que fuera necesario).
El Che fue uno de los pilares importantes que Fidel supo mantener a su lado y le confío tareas de disímiles envergaduras. El guerrillero argentino supo, en todo momento, cumplir con sus responsabilidades y aportar, con su sobrada inteligencia, nuevas perspectivas y opciones para lograr los objetivos propuestos, sin que ello conllevara la perdida de los principios.
Como todo proceso de organización de la lucha, existen discrepancias entre los miembros de la jefatura en correspondencia al alcance de sus visiones de la causa; las cuales no son siempre diferencias de principios. En los primeros tiempos de la lucha guerrillera en la Sierra, el Che se dirige a Fidel para plantearle la iniciativa de una acción combativa sobre uno de los camiones del ejército que patrullaba la zona, pero el jefe rebelde le refuta con una visión un poco mas abarcadora: la toma del Cuartel del Uvero; acción que tendría un impacto público más trascendental. El Che rememoró posteriormente: "Ahora, después de varios años de aquella discusión, en que Fidel tomó la decisión, pero no me convenció, debo reconocer que era justa la apreciación y que hubiera sido mucho menos productivo para nosotros el tener una acción aislada sobre algunas de las patrullas que viajaban en camiones".
De esta etapa guerrillera en la Sierra, solo se pueden encontrar los pequeños matices de normal naturaleza, donde se van ajustando y engranando caracteres, visión ideológica y formas de actuar. De las pequeñas cuestiones que se pueden mencionar, usadas con malévola vocación por el enemigo de la Revolución, está la percepción filosófica que ambos personajes mostraban en el contexto histórico de los inicios. El Che presentaba una formación marxista, "tachado" por comunista por muchos de sus compañeros. Sin embargo, Fidel comprendía perfectamente cómo enfrentar el nivel de ignorancia y tergiversación existente sobre esta posición ideológica, en Cuba y en gran parte del resto del mundo, era absurdo realizar pronunciamientos radicales de corte marxista-leninista. En las condiciones existentes era más importante realizar acciones que atrajeran la confianza y unión del pueblo y las fuerzas políticas a la lucha de la causa. Esto , pudo conducir al Che a no lograr ver en su totalidad el pensamiento más profundo de Fidel.
Se debe recordar que el Che creyó que Fidel había apoyado el “Pacto de Miami” o también llamado “Acuerdo de la Junta de Liberación de Cuba” (documento suscrito a finales de octubre de 1957, por organizaciones en oposición al gobierno), donde se había omitido la participación del Ejército Rebelde y se pronunciaban arreglos bochornosos.
Fidel, en respuesta a las organizaciones, emitió una carta donde calificó dicho pacto como “una zancadilla de la peor especie” y sentenció la vil actitud sostenida en arrogantes facultades no autorizadas por el Movimiento 26 de Julio a tales entidades, sin considerar por parte de ellos a todos los compañeros caídos en actos heroicos por la liberación del país y sin la ayuda de ninguna de los suscriptores; como tampoco de no haberse acercado a conocer la opinión del pueblo. Fidel dice en su carta: “Si no hay fe en el pueblo, si no se confía en sus grandes reservas de energías y de lucha no hay derecho a poner las manos sobre sus destinos para torcerlo y desviarlo en los instantes más heroicos y prometedores de su vida republicana. Que no se inmiscuyan los procedimientos de la mano política en el proceso revolucionario, ni sus ambiciones pueriles, ni sus afanes de encubrimiento personal ni su reparto previo del botín, que en Cuba están cayendo los hombres por algo mejor. ¡Háganse revolucionarios los políticos, si así lo desean; pero no conviertan la Revolución en política bastarda, que es mucha la sangre y muy grandes los sacrificios de nuestro pueblo en esta hora para merecer tan ingrata frustración futura!”. Además, sanciona: “Desde Miami no se dirige una Revolución que se hace en Cuba”.
El Che después de conocer la posición de Fidel, escribe a Daniel (René Ramos Latour) –dirigente urbano del Movimiento 26 de Julio- en diciembre de 1957: "...Consideré siempre a Fidel como un auténtico líder de la burguesía de izquierda, aunque su figura está realzada por cualidades personales de extraordinaria brillantez que lo colocan muy por arriba de su clase. Con ese espíritu inicié la lucha: Honradamente sin esperanzas de ir más allá de la liberación del país, dispuesto a irme cuando las condiciones de la lucha posterior giraran hacia la derecha (...). Lo que nunca pensé es el cambio tan radical que dio Fidel en sus planteamientos con el Pacto de Miami. Pareciéndome imposible lo que después supe, es decir, que se tergiversaba así la voluntad de quien es auténtico líder y motor único del Movimiento, pensé lo que me avergüenzo de haber pensado". El Che tenía en sus ojos la máxima y verdadera autenticidad de Fidel: el dirigente de visión futura y de legítimo actuar revolucionario.
Fidel en el libro “Cien horas con Fidel” plantea: “La coincidencia de ideas fue uno de los factores que más ayudó a mi afinidad con el Che”. La concurrencia de visión, el intercambio sincero, la crítica oportuna, la confianza plena en los principios planteados y la exigencia con el ejemplo de ambos líderes, fundó más que una relación de dirigentes: una profunda identificación humana arraigada en una incalculable amistad. Como dijera Antonio Guerrero sobre estos dos líderes, en su escrito sobre la vida e ideales del Che: “Aquellos dos hombres se entendieron en el acto, se inició de inmediato y para siempre, una amistad que solo pueden profanar quienes no saben lo que es el honor y la lealtad. En el fondo de esta relación estaba la cultura espiritual de nuestra América, relevándose en una hermosa historia con caracteres de leyenda.”
Fidel fue consecuente al confiar en cada idea aportada por el Che, teniendo presente el alcance político y humano que éstas tenían. Las debatían y en consecuencia se actuaba. El Che creó una fábrica de zapatos y un taller, colocó un torno eléctrico y además instaló escuelas en la Sierra para la alfabetización de los combatientes y campesinos.
Creó Radio Rebelde y la edición del periódico de la manigua “ El Cubano Libre”. Ambos sirvieron de comunicadores y enlaces entre la Sierra y el llano, llevando la verdad de los hechos ocurridos en las acciones militares de la columna guerrillera y desmintiendo cada infamia levantada por la tiranía a través de sus medios de información.
En el Che se encontraron al verdadero jefe militar y dirigente político para la mayor y más decisiva empresa de la guerrilla que asegurara así la victoria. Fidel , en 1958, designó al Che junto a Camilo Cienfuegos, para llevar la lucha de la sierra al llano, del Oriente al Occidente de Cuba. Por supuesto, no erró en depositar esa confianza en su subordinado guerrillero, su compañero de lucha y gran amigo de la vida. La victoria de Santa Clara fue un factor importante en el triunfo final y el Che llevaba ese mérito consigo.
Después del triunfo revolucionario, se le asignan al Che cargos dentro del gobierno como: Jefe de Departamento de Capacitación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y Jefe del Departamento de Industrias del Instituto Nacional de la Reforma Agraria , Presidente del Banco Nacional, Director de la Junta de Planificación y Ministro de Industrias. También ocupó la jefatura militar en la provincia de Pinar del Río cuando el ataque mercenario de Playa Girón en abril de 1961 y la Crisis de Octubre en octubre de 1962 y fungió como Jefe de delegaciones de tipo político, económico o fraternal. Además, había sido incluido, por nombramiento de Fidel, en la conformación de la Ley de Reforma Agraria.
La plena confianza depositada en el guerrillero posibilitó que también tuviera el privilegio de fundar la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR) en 1960 y su transformación en la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) en 1962, en lo cual puso empeño para la preparación político-ideológica de la juventud cubana y la creación del hombre nuevo.
La relación entre estos dos grandes personajes (Fidel y el Che), no se cernía solamente a mantenerse aislados en interminables jornadas de trabajo y estudio o planificados encuentros en analíticas reuniones, para seguir trazando el desarrollo de la Revolución; sino que se enlazaban en otras largas jornadas de intercambio intelectual, en relajantes actividades deportivas o en brindarse mutuamente la entrañable compañía para dialogar sobre nuevos sueños. Testigo de esto último fue Luís Buch, quien a inicios de la Revolución ocupó el cargo de Ministro de la Presidencia, por tanto estuvo cerca de estas dos figuras y rememora un día que llevó un documento a firmar por Fidel, el cual se encontraba en la residencia de Mily Mendoza: “En ese instante, Fidel discutía apasionadamente con el Che sobre la pretensión de éste de asumir la dirección del INRA; tanto Fidel como Che eran dos recias personalidades, que defendían con vehemencia sus puntos de vista, por lo cual era absolutamente normal que sus conversaciones derivaran en discusiones aparentes… Fidel revisó el documento que yo llevé (...) Y me lo devolvió para ponerlo en limpio. Me retiré. Cuando volví con el original para que lo firmara, ya Fidel y el Che habían terminado la discusión y conversaban familiarmente, acostados en sentido opuesto sobre la misma cama, boca arriba, mirando al techo, haciendo futuro".
El Che, en su empeño de brindar cultura política a la masa trabajadora y dirigente del país, depone horas de descanso para escribir sus vivencias e ideas. Dentro de sus escritos aparece la imbatible figura y actuar de su jefe y amigo. En su escrito publicado en el semanario Marcha, Montevideo, el 12 de marzo de 1965, el Che, en su parecer sobre el dirigente en interacción con las masas, cita a su amigo como ejemplo: “Maestro en ello es Fidel, cuyo particular modo de integración con el pueblo sólo puede apreciarse viéndolo actuar. En las grades concentraciones públicas se observa algo así como el diálogo de dos diapasones cuyas vibraciones provocan otras nuevas en el interlocutor. Fidel y la masa comienzan a vibrar en un diálogo de intensidad creciente hasta alcanzar el clímax en un final abrupto, coronado por nuestro grito de lucha y de victoria”... Así vamos marchando. A la cabeza de la inmensa columna-no nos avergüenza ni nos intimida decirlo-va Fidel, después los mejores cuadros del Partido, e inmediatamente, tan cerca que se siente su enorme fuerza, va el pueblo en su conjunto; solida armazón de individualidades que caminan hacia un fin común.”
La máxima confianza del Che en su dirigente y amigo, le hicieron mantener a Fidel al corriente de cada paso, aun de aquella albergada intensión de seguir yendo por el mundo a luchar a favor de los pobre y explotados. De igual forma, en otro artículo del Che: Cuba ¿Excepción histórica o vanguardia en la lucha anticolonialista?, expone su visión del líder de la Revolución: "El primero, quizás, el más importante, el más original, es esa fuerza telúrica llamada Fidel Castro Ruz, nombre que en pocos años ha alcanzado proyecciones históricas. El futuro colocará en su lugar exacto los méritos de nuestro Primer Ministro, pero a nosotros se nos antojan comparables con los de las más altas figuras históricas de toda Latinoamérica”_ pero continúa en un esbozo profundo_ "Y, ¿cuáles son las circunstancias excepcionales que rodean la personalidad de Fidel Castro? Hay varias características en su vida y en su carácter que lo hacen sobresalir ampliamente por sobre todos sus compañeros y seguidores. Fidel es un hombre de tan enorme personalidad que, en cualquier movimiento donde participe, debe llevar la conducción, y así lo ha hecho en el curso de su carrera desde la vida estudiantil hasta el premierato de nuestra patria y de los pueblos oprimidos de América. Tiene las características de gran conductor, que sumadas a sus dotes personales de audacia, fuerza y valor, y a su extraordinario afán de auscultar siempre la voluntad del pueblo, lo han llevado al lugar de honor y de sacrificio que hoy ocupa”.
Independientemente de toda la responsabilidad que llevó el Che en el proceso de la Revolución cubana, también sostuvo encuentros con dirigentes o combatientes revolucionarios de los movimientos de liberación nacional o de partidos políticos de la izquierda latinoamericana que visitaban Cuba. Desde 1963 fue creando las bases para salir de Cuba y asentarse en la propia Argentina con una pequeña guerrilla, comandada por el periodista argentino Jorge Ricardo Masseti, y establecer las conexiones de lucha entre otros movimientos que estaban naciendo en la América del Sur, como el caso de la guerrilla de Héctor Béjar y Luis de la Puente Uceda , en Perú. La gran idea era llevar desde su tierra la lucha libertadora a otros países. Pero el fracaso de la operación de Masseti y la derrota de las guerrillas de Béjar y Uceda abatió fuertemente al Che. El revés político y la pérdida humana de sus compañeros significaron un duro golpe para la causa. Aun así, el Che continuó con su empeño.
Fidel, desde finales de 1964, en viaje que realizó el Che por varios países africanos, conoce del constante empuje de su amigo y compañero de lucha, por continuar con la lucha por el mundo. Entonces, solicita al Che mantener contacto por vía segura y le promete optar por la fórmula final al regreso de la gira. Mientras , Fidel realiza todos los preparativos para la nueva misión del Che. Fue necesario realizar todas las coordinaciones y tomar las precauciones necesarias para evitar que fuera a caer junto con sus hombres en manos enemigas. El Che ya era observado por la CIA desde sus primeros pasos en Guatemala, pero en el entonces se había convertido en un objetivo a eliminar; por lo tanto, la discreción en la salida era obligada.
La encomienda para el Che fue trasladarse al Congo con un grupo de cubanos y apoyar con asesoramiento al Consejo Supremo de la Revolución congolesa, dirigido por Gastón Soumaliot y Laurent Kabila, en la lucha contra la dictadura de Moisé Tshombé, principal responsable del asesinato de Patricio Lubumba. En abril de 1965, el Che llega a la antigua colonia Belga y además del asesoramiento, decide participar junto a los combatientes africanos en varias acciones armadas.
Sin desaprovechar la oportunidad, a la salida de Cuba el Che deja a Fidel una carta de despedida donde le expone su gran espíritu internacionalista: “otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos”. Pero también le deja saber el significado de haber estado a su lado: “... Mi única falta de alguna gravedad es no haber confiado más en ti desde los primeros momentos de la Sierra Maestra y no haber comprendido con suficiente celeridad tus cualidades de conductor y de revolucionario... me enorgullezco también de haberte seguido sin vacilaciones, identificado con tu manera de pensar y de ver y apreciar los peligros y los principios.
Las campañas imperialistas cargadas de difamaciones y especulaciones, además de la gran preocupación de algunos amigos dentro y fuera de Cuba sobre la presunta desaparición del Che, dieron lugar a las declaraciones de Fidel sobre la salida del Che de Cuba y su carta de despedida. También era necesario, como mencionara éste en su misiva de despedida, la liberación de Cuba de toda responsabilidad, en el campo internacional, por consecuencia de cualquier hecho futuro:
“… Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti. Que te doy las gracias por tus enseñanzas y tu ejemplo al que trataré de ser fiel hasta las últimas consecuencias de mis actos.”
Cuba se había convertido en una espina en la propia columna de dominación que sostenía sobre la América el imperialismo norteamericano. Los residuos del marcantismo empujaban a la búsqueda de cualquier excusa para seguir aislando a Cuba del mundo y así tener una brecha a la intervención nuevamente.
Con las declaraciones de Fidel se lograba dar por descartado toda presunta manipulación sobre posibles querellas en las relaciones entre ambos dirigentes o acusadoras interpretaciones con la situación de anonimato del Che. No había divorcio entre estos inigualables amigos, sino el servicio de la seguridad física, la imagen política e integridad de actuar de los mismos. Fidel, con una posición ética, envía a José Ramón Machado Ventura, actual miembro del Consejo de Estado de Cuba, a explicarle la noticia al Che; además de actualizarlo sobre el cambio del Partido Unido de la Revolución Socialista en Partido Comunista de Cuba y la creación del Comité Central, del cual el Che no formaría parte, lamentablemente, por encontrarse en el exterior en combate internacionalista.
Como planteara Aleida Guevara March al hablar de la salida de su padre para el Congo, en entrevista sostenida con Néstor Kohan, docente de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo: “Esto provocó en la gente distintas reacciones. Unos de admiración, porque este hombre (Che) renuncia a su puesto de ministro y vuelve al combate. Pero no podían dejarlo pasar los enemigos de la Revolución Cubana. Y lo utilizan, desde aquel primer instante, como si hubiera habido diferencias entre Fidel y el Che. Es decir que a esta gente mediocre, a esta gente oportunista, no se le ocurre que haya hombres con capacidad tan grande de amar que puedan renunciar a sus propias vidas como seres humanos en beneficio de otras personas. Eso no les cabe en la cabeza.”
Después de derrocado Tshombé a finales del 1965, la misión cubana culmina a solicitud del Consejo Supremo de la Revolución congolés. Los cubanos regresan, pero teniendo en cuenta el haberse dado a la luz pública la carta de despedida, el Che se mantiene en Tanzania. El contacto con Fidel se mantuvo, lo cual permitió la organización de los preparativos para la futura guerrilla en Bolivia. A la constante solicitud de Fidel, se realiza todo el proceso de ocultación del Che para trasladarlo a Praga temporalmente, poco después a Viena, Ginebra y Zurich, por donde llega a Moscú y termina en La Habana. El objetivo era uno solo: no darle pistas al enemigo sobre el paradero del guerrillero.
Nuevamente en Cuba se organiza un grupo de hombres que estaría con él en la guerrilla en Bolivia. El Che se traslada solo después que son presentadas las fotos del enmascaramiento a Fidel. Éste, también exigió y comprobó en cada momento que la inteligencia cubana trabajara arduamente en preservar el anonimato del Che. Después supervisó el traslado hacia Bolivia y los contactos con el movimiento revolucionario de allí. A través de la inteligencia cubana Fidel mantuvo contactos periódicos con la guerrilla del Che en Bolivia, hasta las últimas horas que las condiciones lo permitieron. La noticia de la captura y asesinato del Che llegó como un contundente golpe, donde el dolor consume todo el aliento debido a la desaparición física de tan inigualable figura. Una vez se tuvieron todas las pruebas inequívocas, Fidel hace su comunicado al pueblo de Cuba, el cual se hunde en profunda consternación junto a quienes aguardaban en las acciones del guerrillero la esperanza del mundo.
Para conocer la alta valoración de Fidel sobre su compañero y amigo, solo es necesario leer en lo profundo de sus palabras, dichas en la comparecencia ante la televisión el 15 de octubre de 1967:
"Che reunía las virtudes de un revolucionario; hombre íntegro a carta cabal, hombre de honradez suprema, de sinceridad absoluta, hombre de vida estoica y espartana, hombre a quien prácticamente en su conducta no se le puede encontrar una sola mancha. Constituyó, por sus virtudes, lo que puede llamarse un verdadero modelo de revolucionario.
“(…) Nos dejó su pensamiento revolucionario, nos dejó sus virtudes revolucionarias, nos dejó su carácter, su voluntad, su tenacidad, su espíritu de trabajo. En una palabra, ¡nos dejó su ejemplo! ¡Y el ejemplo del Che debe ser un modelo para nuestro pueblo, el ejemplo del Che debe ser el modelo ideal para nuestro pueblo!
"Si queremos expresar cómo aspiramos que sean nuestros combatientes revolucionarios, nuestros militantes, nuestros hombres, debemos decir sin vacilación de ninguna índole: ¡que sean como el Che! Si queremos expresar cómo queremos que sean los hombres de las futuras generaciones, debemos decir: ¡que sean como el Che! Si queremos decir cómo deseamos que se eduquen nuestros niños, debemos decir sin vacilación: ¡queremos que se eduquen en el espíritu del Che!
"Si queremos un modelo de hombre que no pertenece a este tiempo sino al futuro, De corazón digo que ese modelo sin una sola mancha en su conducta, sin una sola mancha en su actitud, sin una sola mancha en su actuación, ese modelo es El Che! Y cuando se hable de internacionalismo proletario y se busque un ejemplo, ese ejemplo, por encima de cualquier otro, es el ejemplo del Che!"
Gustavo de la Torre
Cel·lula de Solidaritat Internacionalista !" Che Guevara " del PCC