IMAGEN

IMAGEN
Composición de Mariví Rodríguez sobre una foto de Bill Hackwell. El edificio de la izquierda corresponde a la Corte donde fue resentenciado Tony Guerrero el 13 de octubre, a la derecha el edificio de la prisión donde esta encarcelado en estos momentos. La camisa es una pintura de Tony donde al pie de la misma se lee: Un día mi camisa de preso se quedará ahí colgada [NR]

Al Che no in memoriam

Tu piel ligada al hueso se perdió en la tierra.

La lágrima, el poema y el recuerdo
est
án labrando sobre el fuego
el canto de la muerte
con ametralladoras doradas desde ti.

Y aquí a cada noche se busca en tus libros
el prop
ósito justo de toda acción.

Y se abre tu memoria a todo aquel que renace,
pero nunca falta alguien que te alce en un altar

Y haga leyenda tu imagen formadora
y haga imposible el sue
ño de alcanzarte
y aprenda alguna de tus frases de memoria
para decir: "ser
é como él", sin conocerte

Y lo pregone sin pudor,
sin sue
ño, sin amor, sin fe

Y pierdan tus palabras sentido de respeto
hacia el hombre que nace cubierto de tu flor

Algún poeta dijo, y sería lo más justo,
desde hoy nuestro deber es defenderte
de ser Dios.

canción dedicada al Che.

Una canción necesaria
Vicente Feli
ú


En Homenaje al CHE

. . . de tu querida presencia

Comandante Che Guevara


Mi lista de blogs

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Ernesto Che Guevara. ndice e Introducción a un libro publicado por Ocean Sur y el Centro de Estudios Che Guevara

Ocean Sur/ Centro de Estudios Che Guevara

Este libro, compilado por María del Carmen Ariet, Coordinadora Científica del Centro de Estudios Che Guevara, forma parte de la Colección Vidas Rebeldes de la editorial Ocean Sur



«Veo al Che como un gigante moral que crece cada día, cuya imagen, cuya fuerza, cuya influencia se han multiplicado por toda la tierra»
—FIDEL CASTRO

En estas páginas, de la mano de la rebeldía guevariana, inseparable de cada instante de su vida y su obra, el lector puede recorrer, primero con Ernesto, después con el Che convertido en uno y él mismo, etapas decisivas de su desarrollo intelectual y revolucionario.

Che permanecerá no solo en la memoria histórica, Che  ocupa un espacio sin par en las luchas y en las nuevas conquistas que se avecinan, en las cuales su proyecto de cambio deviene estrategia revolucionaria.



CONTENIDO

Introducción: Che Guevara: el condotieri del siglo XX
• De la juventud: «…una voluntad pulida con delectación de artista»
• De la lucha: «…sentir en lo más hondo cualquier injusticia»
• De la Revolución cubana y la construcción socialista: «Nuestro sacrificio es consciente»
• Del internacionalismo: «Mis sueños no tendrán fronteras»

Cronología

Bibliografía de y sobre el Che Guevara

Primera parte: de la juventud

Recorrido por el interior de Argentina (1950)

Selección de crónicas del primer viaje por América Latina (1952)
• Entendámonos
• La sonrisa de La Gioconda 
• Esta vez, fracaso 
• El día de San Guevara 

Cartas a la familia en el segundo viaje por América Latina (1952-1956)
• 12 de febrero de 1954
• Abril de 1954
• Finales de 1954
• 15 de julio de 1956

Segunda parte: de la lucha

Una revolución que comienza

Entrevista de Jorge Ricardo Masetti al Che en la Sierra Maestra (1957)

Semblanzas
• Ciro Redondo
• Lidia y Clodomira

Tercera parte: de la Revolución cubana

Retos de la transición socialista
• Notas para el estudio de la ideología de la Revolución cubana
• Algunas reflexiones sobre la transición socialista
• Reunión bimestral en el Ministerio de Industrias

Política Exterior
• América desde el balcón afroasiático
• Cuba: ¿Excepción histórica o vanguardia en la lucha anticolonialista?
• Discurso y contrarréplica en Naciones Unidas
• Discurso en Argelia

Cuarta parte: del internacionalismo

Cartas de despedida
• Sus hijos
• Sus padres
• Fidel Castro

Carta a Armando Hart

La Piedra

Crear dos, tres… muchos Vietnam, esa es la consigna (Mensaje a la Tricontinental) 

Comunicado no. 4 al pueblo boliviano 

Comunicado no. 5 a los mineros de Bolivia 

Quinta parte: de los sueños

Poesía de despedida

INTRODUCCIÓN
Che Guevara: el condotieri del siglo XX

Para los adolescentes y jóvenes del mundo que han encontrado en la «vida rebelde del Che» un símbolo de inconformismo, explica, en parte, el por qué juntos marchan en múltiples manifestaciones de lucha contra los poderes hegemónicos. Pudieran ser razones suficientes para que cada vez sea más importante meditar sobre cuál es el verdadero alcance de esa rebeldía, cómo se percibe y de qué forma se refleja el sentido de la misma, sobre todo porque es desde esa mirada que ha llegado a convertirse en una representación compartida por muchos y que identifica a generaciones —sin que medie el tiempo transcurrido—, como criterio de su personalidad y por haberse asumido, también, como icono de los años 60 y como aglutinador de movimientos revolucionarios y sociales.

De ahí, que resulte imprescindible formularse algunas interrogantes sobre el por qué y el para qué de esa «rebeldía», con el propósito de compartir entre todos el conocimiento de su real significado, corroborar la coherencia que se siente cuando hurgamos en su yo interior y en la consistencia que demuestran sus primeros brotes de inconformidad hacia el entorno en su primera juventud, que se expresa por medio de una rebeldía individual y trasgresora, como especie de una armazón construida desde el desconcierto y la insatisfacción, y cómo por esas mismas razones va tomado cuerpo una rebeldía más escrutadora de lo social, hasta convertirse no solo en pautas de su actuar, sino en esencias intrínsecas de su compromiso posterior con la humanidad.

Qué cúmulo de fuerzas y razones llegó a atesorar, cuando en carta íntima a su esposa Aleida, después de la contienda del Congo en 1965 y sus primeras sendas en Bolivia, le confiara que «si llego a destino cuando lo sepan, harán todo por ahogar la cosa en germen…».[1]

Sin dudas, nadie más preparado que él para aquilatar en ese ciclo tan vital y definitorio de su existencia, la dimensión de sus afanes y cuánto el esfuerzo realizado para reafirmar convicciones y decisiones puestas a prueba en años en que, sin extenderse mucho en el tiempo, fueron suficientes para estremecer conciencias.

Ese halo que emana de su coraje y ejemplo, para algunos místico y simbólico, cautivante para muchos jóvenes soñadores y románticos, es lo que les llega del Che en forma espontánea, sin necesidad de recurrir a grandes análisis conceptuales y teóricos, con la virtud de la pureza y la ingenuidad propia de quienes lo enarbolan. Sin embargo, a la par de la bondad que se desprende de esas creencias, se hace necesario discurrir en torno a los modos y maneras de obrar que desde su adolescencia guiaron sus pasos y que caracterizaron, por su consistencia y cohesión, un quehacer teórico creador y multifacético, pilares imprescindibles para cualquiera que desde su juventud se sienta imbuido de su ideal y de su constancia, sin banalidades ni falsas alegorías.

Para los jóvenes, en primera instancia, está pensada la selección que se pone en sus manos y que les permitirá un acercamiento más integral y cercano desde su palabra misma, siguiendo las etapas más significativas de su vida, las que al final conducen a demostrar cómo en realidad actuó y pensó a lo largo de su existencia, y contenida en sus propias autovaloraciones, como se advierte en la carta citada con anterioridad: «Me he acostumbrado tanto a leer y estudiar que es una segunda naturaleza y hace más grande el contraste con mi aventurerismo.»[2]

Cuánto de verdad encierra la palabra «aventura», tan utilizada desde siempre por el Che y tan manipulada por sus detractores y destacada como un componente peyorativo, cuando de manera irrevocable la empleó para definir y definirse a sí mismo en circunstancias trascendentes de su vida: «Muchos me dirán aventurero, y lo soy, solo que de un tipo diferente y de los que ponen el pellejo para demostrar sus verdades.»[3]

Desde la rebeldía y la aventura guevarianas, devueltas en páginas de vida y obra, escritas en etapas ineludibles, se puede atravesar, primero con Ernesto, después con el Che convertido en uno y el mismo, etapas decisivos de su desarrollo intelectual y revolucionario y que marcan las pautas de las reveladoras páginas que legara para todos los tiempos.

De la juventud: «…una voluntad pulida con delectación de artista»

Desde el propio 14 de junio de 1928, fecha de su nacimiento en la ciudad de Rosario, Argentina, su país natal, la impaciencia fue el signo que lo caracterizaría. De un alumbramiento a realizarse en Buenos Aires como era el deseo de sus padres, el primogénito del matrimonio Guevara y de la Serna, como premonición de un futuro en ciernes, llega para cambiar los planes idealizados.

Esa señal y a la vez significado, más allá de dudas mal intencionadas y manipuladas en torno a la fecha de su natalicio, será una constante en la familia, porque a la impaciencia del niño se le suma más tarde el asma como compañera inseparable a lo largo de toda su existencia, la que con el mismo ímpetu que naciera, así de modo férreo y agresivo, convivió, para insuflarle no el aire que tanto necesitaban sus pulmones, sino una voluntad y tesón que marcan el camino de sus «conscientes aventuras».

Como una casa nómada, en busca de aire puro para el niño y en constante bregar, peregrina la familia hasta asentarse en Alta Gracia, lugar de esparcimiento y especie de sanatorio natural de la provincia de Córdoba. Sin sospecharlo siquiera, la benevolencia del entorno se conjuró para ofrecerles una larga estadía, primero en Alta Gracia, para seguirle después la capital de provincia, ambos lugares influyentes y forjadores de la personalidad y determinación del joven Ernesto.

La imaginación resulta en extremo fértil para cualquiera que visite esos parajes e intente visualizar las ansias de búsquedas, aventuras y las primeras rebeldías del niño, del adolescente y del joven. Sin embargo, las intenciones que se desean trasmitir se mezclan todas ellas devueltas en páginas escritas, en su casi totalidad sin pretensiones mayores por parte de quien las escribe, pero que denotan un espíritu inquisitivo, tanto en el plano intelectual como en el práctico y que van proporcionando pautas para interpretar y a la vez comprender, con mayor objetividad y precisión, sus posteriores pasos.

Sus cuadernos de época hablan por sí solos de la vasta cultura que llegó a acumular desde su adolescencia, sobre todo por la amplitud de sus lecturas y disímiles materias, colocándose en una posición ventajosa respecto al resto de sus condiscípulos. Es este un aspecto interesante, quizás por lo espontáneo y casi natural, pero que sin dudas va marcando patrones distintivos y constantes de toda su trayectoria intelectual, y que afloran en esa época.

La prioridad o un orden preestablecido en esa etapa formativa, tan importante para su futuro, se hace en extremo muy difícil de delinear como muy específico —quizás sí, como asombroso—, porque posee la cualidad de permanecer inalterable en su adultez, al formar una simbiosis que denotan los signos y ejes imprescindibles para comprender y penetrar no solo en sus ansias de conocimiento, sino por encima de todo en la traducción y desempeño que cobran en su travesía como revolucionario, los que sobresalen como parte de sus cualidades más singulares: coherencia, creatividad teórica y valentía para enfrentar y defender sus creencias y actuaciones.

De la literatura universal e hispanoamericana al estudio de la filosofía toda —heterodoxa y ecléctica como así mismo la juzgara—, surge la necesidad imperiosa de pasar a vivencias directas por medio de viajes que en esos tiempos los consideraba como de aproximación a su entorno.

Si sobresalientes resultan sus esfuerzos por hacerse de una cultura amplia e ilustrativa y que contribuyera a ampliar sus horizontes más allá de simples deducciones y placeres, la dimensión privilegiada que ocupan sus recorridos por el interior de Argentina y más tarde por América Latina, otra vez conducen, tal fue su decisión, al «aventurero y al rebelde, solo que de otro tipo».

Abundantes han sido las páginas escritas sobre el comportamiento de su primera juventud, las unas resaltando sus cualidades y las menos con posiciones equívocas. De todas, existe una verdad no imputable y es la referida al largo tiempo que permanecieron parte de los documentos a los que se ha hecho referencia sin publicarse, y a otros que aun faltan por editarse.

La convicción que brota de esas páginas, como parte de una memoria viva, acercan al lector a las claves y pilares del esqueleto que con posterioridad conformara su armadura toda y donde se advierten los signos en los que se asientan su incurable rebeldía y su incesante indagación para encontrar sus verdades, devueltas en lucha contra la injusticia, la entrega por el bien del hombre y por alcanzar una América unida, en su ya afianzado latinoamericanismo.

Después de aquilatar el potencial inmenso y subyugante que encierra su «mayúscula América», sus enormes contradicciones y sus posibles cambios, se impuso consecuentemente construirse una «aventura mayor» por medio de las armas con las que se había medido y puesto a prueba: el estudio profundo y la práctica revolucionaria. El primero, a través de la filosofía, pero esta vez con un nombre definitivo, el marxismo, como el instrumento sustancial para encontrar verdades ocultas y posibles soluciones; el segundo, el camino a la revolución, sustentado por el primero, pero a la vez preñado de incertidumbres y de grandes batallas por librar que le sacarían los demonios de la rebeldía emergiendo como su razón de ser: «…América será el teatro de mis aventuras con carácter mucho más importante que lo que hubiera creído; realmente creo haber llegado a comprenderla y me siento americano con un carácter distintivo de cualquier otro pueblo de la tierra».[4]

Desde lo inmenso de su yo más profundo se sellaba la partida: su entrega a la humanidad, al rescate pleno del hombre y a la lucha para conquistar el porvenir de nuestra América.

De la lucha: «…sentir en lo más hondo cualquier injusticia»

La relevancia que distingue el tránsito de la formación intelectual y política del joven Ernesto a una plena maduración transcurre en apenas 15 años, derivada de una permanente acumulación de experiencias políticas, muchas de las cuales lo condujeron a reflexiones que lo guiarían por entero a la lucha política.

El «vagar sin rumbo» como calificara el inicio de su primer viaje por el continente en 1951, medio linyera[5] y envuelto en aventuras sorprendentes, lo tomaron de improviso cuando se vio rodeado de una mar de confusiones y en la necesidad obligada de mirar, no como un simple viajero que de pronto se percata que el mundo al que debía pertenecer le resulta desconocido y desconcertante por los muchos problemas que encontraba a su paso, sino sobre todo porque esos problemas, a simple vista, no obedecían a caprichos o desidias de sus pobladores.

Ese primer impacto, entre hechos y circunstancias, se manifiesta con singular particularidad en la apropiación que asumió del pensamiento filosófico, y en particular de la asunción paulatina que experimenta con el marxismo como teoría certera para desentrañar «los males de América». De manera espontánea se enlazan la teoría y la práctica y advierte que ambas lo impelen al vértice de un camino que hasta esos momentos no había asumido con total conciencia, pero que desde ya actuarían y se comportarían como imprescindibles en cualquier acción y circunstancia en que le tocara desenvolverse. Esa unidad entre pensamiento y acción conforman el centro de su obra y modelan el espíritu de compromiso que adquiere en la lucha política a lo largo de su trayecto revolucionario. Es la filosofía de la praxis que, al igual que Marx, abogaba por una plena acción humana capaz de revolucionar la existencia y transformar las conciencias, aun cuando no hubiera experimentado la extensión de esas concepciones.

Aunque sus ímpetus eran inmensos en esos años de revolucionario incipiente, su peculiar forma de asimilar y a la vez de asumir los cambios que pensaba debían sucederse, contribuyeron a acelerar el proceso y a catapultarlo a la búsqueda de experiencias concretas. Ya para ese entonces la «aventura» de convertirse en un «verdadero revolucionario» como confesara en carta a su familia en el trayecto de su segundo viaje por Latinoamérica en 1953, poseía el sesgo de la enseñanza recibida en sus recorridos por el continente, y más importante aun, las vivencias de los procesos revolucionarios más radicales e influyentes que habían tenido lugar en el continente en esos años: la revolución boliviana y la revolución guatemalteca.

Ambos procesos, desde sus imprecisiones el primero y desde sus cualidades valuadas por el propio Ernesto, el segundo, le ofrecieron una visión conjugada de cómo debía procederse si en verdad se estaba dispuesto a transformar esas estructuras caducas y expoliadoras que había constatado en sus recorridos y que abarcaban a la totalidad de la sociedad. A todo ello, se le suma la frustración que soporta al ver abatida lo que consideraba lo más auténtico de un proceso revolucionario, como fue el caso de Guatemala, país agredido e invadido por los poderes omnímodos de adentro y de afuera. Pudo directamente percibir la conjura de los poderosos y los métodos bárbaros dispuestos para hacer abortar cualquier expresión de cambio, aunque fuera lo más ínfimo. 

La huella que deja en Ernesto, sumido en el tránsito de lo que serían con posterioridad sus posturas más radicales, la lucha revolucionaria, necesitó de un proceso en el que de nuevo afloran sus signos rectores, el escudriñar en el marxismo el papel asignado al sujeto como un ente activo capaz de actuar y luchar en aras de alcanzar algo mejor, pero esta vez acompañado de vivencias precisas y muy directas que le esclarecían el futuro de sus pasos.

Es en México, donde la casualidad histórica lo conduce al advenimiento de un proceso revolucionario y al contacto directo con su líder. Esa casualidad cobra forma, primero con la empatía que desde el principio surgió entre Fidel Castro y Ernesto, quien para siempre se convertiría en Che, seguido de la posibilidad real de participar en la lucha de liberación que el pueblo de Cuba se aprestaba a realizar para librarse de las garras de un tirano más.

En la preparación y en su posterior desempeño como guerrillero se conjuraba de nuevo la rebeldía con la «aventura», solo que esta vez de forma corpórea se manifiesta en su dimensión exacta, cuando al responderle, ya en plena Sierra Maestra en 1957, a su compatriota Ricardo Masetti: «Estoy aquí, sencillamente, porque considero que la única forma de liberar a América de dictadores es derribándolos. Ayudando a su caída de cualquier forma. Y cuanto más directo mejor».[6]

La lucha emprendida dentro de la Revolución Cubana lo hacen un combatiente ejemplar, puesto a prueba en tácticas y estrategias diseñadas para disímiles acciones, pero lo más relevante es la posibilidad que se le presentó en la práctica de discernir entre el valor real de la lucha en aras de acabar definitivamente con cualquier injusticia cometida y en aquilatar el futuro de sus acciones: «…tenía que llegar a una serie de conclusiones que se daban de patadas con mi trayectoria esencialmente aventurera; decidí cumplir primero las funciones principales, arremeter contra el orden de cosas, con la adarga al brazo…» [7] 

De la Revolución cubana y la construcción socialista: «Nuestro sacrificio es consciente»

La posibilidad de acercarse al Che, en unas breves líneas, a través de lo que le aporta a la Revolución cubana y lo que a su vez ésta le aporta, resulta en extremo difícil porque estaríamos faltando a una verdad histórica irrebatible, es en ella y por ella que logra acercarse a un peldaño superior en su trayectoria como revolucionario.

Qué significado real tuvo para este inveterado rebelde su presencia comprometida con la Cuba revolucionaria, cuando en cartas de despedida a sus padres y al propio Fidel en 1965, precisa la médula misma de su conducta y entrega: nada han cambiado sus esencias, salvo que era más consciente y su marxismo más enraizado y depurado, y por otra parte, la satisfacción de haber vivido días magníficos y el orgullo de pertenecer al pueblo cubano en momentos cruciales de su historia.

Esas razones pudieran ser simples y de hecho lo son, porque hablan de entrega y de orgullo y pasan por la subjetividad de las vivencias, pero cuánto de contenido encierran, sería la ruta a tener en cuenta para comprender la satisfacción de la entrega por medio del ejemplo, la creatividad de su pensamiento para hacer avanzar un proceso que sentía como suyo y su espíritu de compromiso en la multiplicidad de tareas y funciones que desempeñó. En todas resaltan la coherencia del revolucionario que vislumbra la necesidad insoslayable de avanzar con pasos propios sin mecanicismos ni idealismos voluntaristas, por medio de las armas que sabía infalibles si se empleaban correctamente.

Un elemento primordial en ese inmenso quehacer y que muchas veces no se mide con la intensidad que debiera, es el breve período en que transita el legado que dejara en su afán por construir el socialismo en Cuba. Apenas bastaron seis años, de 1959 a 1965, para que brotara el caudal teórico-práctico acumulado en su etapa formativa y su progresiva madurez, empeño que muchas veces se minimiza más por desconocimiento que por certeza, pero que no se debe ni puede ser excluido, porque en ello radica el sustrato que posibilitó un avance superior, compelido por la construcción de todo un pueblo empeñado en barrer con su pasado.
 
Cómo adentrarse en su pensamiento y acción y de qué modo se debe asumir su contenido por todos los que, de una forma u otra, consideran que su presencia en las luchas actuales y las por venir resulta además de necesaria, imprescindible, es un cuestionamiento que estamos obligados a analizar. En ese camino deben tenerse en cuenta las prioridades que en un contexto determinado asumió, y extraer, además, las enseñanzas que se derivan de su experiencia política.
 
En el plano teórico, el marxismo se presenta en su obra como una continuidad dialéctica ascendente desde sus primeras búsquedas indagatorias hasta la culminación de apuntes, notas y reflexiones de enorme valor creativo. Comprendió en su tiempo histórico las esencias verdaderas del marxismo, sobre todo su esencia humanista presente desde sus primeros escritos de juventud. Al hombre medida de todas las cosas, observación admitida en sus apuntes primarios, le continúan la asunción de las tesis marxistas acerca del sujeto como ente activo y en su lucha por un mundo más justo. Ese hombre sujeto de la historia percibido por el Che como uno de los aportes esenciales del pensamiento filosófico de Marx, forma parte de sus tesis esenciales y un principio renovador dentro de la Revolución cubana, en contraste con las posiciones que se habían asumido en el socialismo existente, al entender al hombre por primera vez como centro de un proyecto social inmerso en una actividad concreta, mediante la cual puede alcanzar sus potencialidades como creador de nuevas formas y necesidades.
 
Como culminación de ese empeño queda el imprescindible ensayo El socialismo y el hombre en Cuba, escrito en 1965, colofón de su quehacer teórico como constructor de una nueva sociedad y en el que conmina y provoca a penetrar en uno de los problemas más complejos a debatir en los cambios que se deben asumir en los nuevos tiempos por el hombre que emerja de esa lucha ideológica entre el pasado que se aferra en no desaparecer y el presente que se construye, consciente de su papel, alejado de la marginación que fórmulas erradas impusieron en el mal llamado «socialismo real» y construyéndose una cultura propia, erigida en términos gramscianos como hegemónica y expresión de soluciones colectivas.
 
En la década de los 60, para muchos una época de revolución, el marxismo filosófico y los procesos revolucionarios alcanzaron en el debate político de su tiempo una máxima expresión, por lo polémico, contradictorio e incisivo, entre fuerzas opuestas que batallaban, las unas por alcanzar su independencia, las otras por mantener sus poderes omnímodos.
 
En ese contexto, por primera vez en el mundo occidental, surge y se desarrolla la Revolución cubana y su decisión de avanzar en el camino a la transición socialista. Para el Che ese proceso devino el resultado lógico de un mundo que pugnaba por renacer de un pasado de opresión y miseria y donde la palabra revolución era parte inseparable de los cambios estructurales que debían producirse, llevados de la mano por el marxismo, que en el Che se convierte en la expresión conceptual del marxismo tercermundista, como parte consustancial de las grandes masas desposeídas.
 
El paradigma era la Revolución cubana, con su cuota de ensayo y error, su experimentación, negándose a encerrarse en verdades absolutas y donde el cambio tenía que ser total y abarcador, con el objetivo de realizar una auténtica revolución socialista, sustentada en una filosofía y moral propias, capaz de transformar al hombre con su actuar creador y su plena emancipación.
 
La lectura de las páginas seleccionadas de esta etapa, proporcionan la concepción plena que llegó a tener el Che de lo que debía ser una genuina revolución emanada del cambio y de una concepción estratégica integral, sobre todo desde el subdesarrollo mismo, y cómo alcanzarla a través de prácticas políticas renovadoras y alejadas de dogmas y axiomas mecanicistas, con una fuerte compulsión moral y educativa para demostrar cuánto se logra desde un poder sustentado por un proyecto alternativo de justicia y de dignidad. Se puede entender, además, con meridiana claridad, la verdadera correspondencia entre el trabajo práctico y las capacidades teóricas que surgen desde las experiencias cotidianas como armas empleadas en su concepción de la transición socialista. Todavía resuena su intencionada interrogación: «¿Por qué pensar que lo que “es” en el período de transición, necesariamente “debe ser”?».[8]
 
Esa forma que tuvo de mirar el mundo y su verdadera transformación son las esencias que no solo forman parte de la memoria histórica, sino que deben formar parte del debate actual de las nuevas y viejas generaciones en su enorme reto: «Nuestro sacrificio es consciente; cuota para pagar la libertad que construimos».[9]
 
Del internacionalismo: «Mis sueños no tendrán fronteras»
 
Por encima del conmovedor impacto que el mundo todo sintiera con la lectura que hiciera Fidel, en octubre de 1965, de la carta de despedida del Che, excepto sus enemigos de siempre, el resto de la humanidad, entiéndase lo más avanzado y honesto, comprendió en su real significado esa entrega sin límites de un hombre que, en intimidad compartida con su esposa después de su partida definitiva, llegara a confesarse que: «Lo que llevo por dentro no es ninguna despreocupada sed de aventura y lo que conlleva, yo lo sé…»[10]
 
Es el punto culminante de su perenne «aventura», solo que esta vez su juicio y alcance sopesan la envergadura de lo por venir y se despoja de la ironía en que muchas veces envolvía sus reales sentimientos y conductas.
 
De aquel no tan lejano diciembre de 1956, en que se lanza a «conquistar el porvenir» para contribuir a hacer realidad los sueños de un pueblo que clamaba por la libertad, hasta 1965, momento en que toma la decisión de marchar para alcanzar su escalón más alto, la lucha internacionalista, cuántas fueron las batallas libradas consigo mismo y cuánto el esfuerzo y las decisiones asumidas con plena convicción, que lo impelen a una decisión en extremo difícil en lo personal, pero plena de certidumbres y entrega.
 
Desde el mismo triunfo de la Revolución cubana, en enero de 1959, se le ve inmerso en el quehacer de una obra mayor, la liberación de los pueblos, apoyado en el inmenso caudal que la propia obra de la revolución le suministraba. Fueron años de intensa labor, apoyando, estudiando y, sobre todo, comprometiéndose con la justeza de esas luchas.
 
Un antecedente primordial, muchas veces pasado por alto, lo constituyen sus acciones en la política exterior de la Revolución desde su primer viaje, en junio de 1959, por algunos de los países que conformaban el Pacto de Bandung, antecedente del Movimiento de los no Alineados, hasta su última presentación oficial en febrero de 1965, en Argelia.
 
Desde el primer recorrido se experimenta la búsqueda y el compromiso con países y continentes desconocidos, pero con iguales añoranzas y ansias de libertad. El colonialismo y el neocolonialismo se le presentan al Che en su real contorno y similitud, desde lo negativo de los perennes poderes omnímodos hasta los esfuerzos de lucha por obtener una plena independencia.
 
Inmerso en esas funciones y en su empeño directo por construir el socialismo en Cuba, aflora un pensamiento y acción que lo llevan al análisis del papel del imperialismo, de la correlación de fuerzas existentes a nivel nacional e internacional, y por encima de todo, a pensar en el socialismo como parte de un nuevo orden mundial como consecuencia de la nefasta política imperial, a partir de extender la revolución a escala internacional.
 
Ese pensamiento centra la atención en las luchas que deben librar los países del Tercer Mundo, basado en posiciones tácticas, en el análisis general que hiciera del capitalismo y en las críticas a las políticas asumidas por los países socialistas, señalamientos que alcanzaron su clímax en el discurso pronunciado en Argelia en 1965, cuando argumentara que: «No puede existir socialismo si en las conciencias no se opera un cambio que provoque una nueva actitud fraternal frente a la humanidad, tanto de índole individual, en la sociedad en la que se construye o está construido el socialismo, como de índole mundial en relación a todos los pueblos que sufren la opresión imperialista.»[11]
 
El salto definitivo estaba dado, no importaban los contratiempos, las incomprensiones y los obligados y exigidos exorcismos ante tamaña herejía, esta vez «la aventura y la rebeldía» habían pasado por pruebas irrefutables y los anhelos y las ansias juveniles se corporizaban en un pensamiento renovador y crítico —una de sus mayores cualidades—, para transformar el subdesarrollo, los que constituyen hitos que han guiado a generaciones a compartir como suyas su sentido de la rebelión a escala global contra toda dominación y la propuesta de alcanzar la plena liberación de la humanidad nacida desde la revolución misma.
 
Por más que los poderes supremos lo ataquen, el Che permanecerá no solo en la memoria histórica, sino que estará siempre vivo en todos los cambios que deben producirse, movilizando conciencias para el advenimiento de futuras sociedades socialistas, renovando las propuestas de cambio y planteándose las dimensiones que deben vencerse para derrotar al capitalismo. Desde esa perspectiva actual, cobra auténtica fuerza la figura del Che luchando por cambiar el mundo e incitándonos al diálogo crítico y creador, a los nuevos desafíos y nuevas metas, como base y fuerza espiritual de los movimientos sociales y a compartir sus últimos sueños, devueltos en verso: «Los Todos me exigen la entrega total…/ Salgo a edificar las primaveras de sangre y argamasa…»[12]
 
Con esa sangre y argamasa, definitivamente «la aventura y la  Con esa sangre y argamasa, definitivamente «la aventura y la rebeldía» cobran vida en las imágenes emblemáticas que tanto gustan de enarbolar los soñadores de todos los tiempos.

Dra. Ma. del Carmen Ariet García
Centro de Estudios Che Guevara

Notas:

1.- Aleida March de la Torre: Evocación, Editorial Casa, La Habana, 2008, p. 159.
2.- Ibídem.
3.- Ernesto Che Guevara: Che Guevara presente, Editorial Ocean Press, Australia, 2005, p. 403.
4.- Ernesto Che Guevara: Che desde la memoria, Editorial Ocean Sur, Australia, 2004, p. 97.
5.- Argentinismo que significa vago.
6.- Ernesto Che Guevara: Che Guevara presente, ed. cit. en nota 3, p. 123.
7.- Ibídem, p. 110.
8.- Ernesto Che Guevara: Retos de la transición socialista en Cuba (1961- 1965), Ocean Sur, La Habana, 2008, p. XIV.
9.- Ernesto Che Guevara: Che Guevara presente, ed. cit. en nota 3, p. 239.
10.- Aleida March de la Torre: Evocación, ed. cit. en nota 1, p. 157.
11.- Ernesto Che Guevara: Che Guevara presente, ed. cit. en nota 3, p. 357.
12.- Aleida March de la Torre: Evocación, ed. cit. en nota 1, p. 184.
 
 
Un instrumento de pensamiento y acción para nuestros jóvenes

por Ma. del Carmen Ariet

A propósito de la publicación de Ernesto Che Guevara, en la Colección Vidas Rebeldes de la editorial Ocean Sur

Es importante destacar el sentido y la verdadera esencia de la Colección Vidas Rebeldes dentro del proyecto editorial Ocean Sur, que va desde la selección de los personajes que la integran hasta el contenido elegido para ilustrarlos. Un signo distintivo es precisamente el modo y manera en que todos y cada uno de ellos ha dejado una huella con su pensamiento y acción que los hacen sobresalir y en muchos casos ser paradigmas y ejemplos, aunque en su tiempo muchos no hayan sido asumidos como tal, precisamente por su enfrentamiento y conductas transgresoras.

En el caso del Che, pudiera parecer fácil la selección de los materiales a editar, porque para muchos representa el símbolo de la rebeldía sin discusión de ningún tipo, pero a la vez resulta contradictorio, aunque parezca paradójico.

Hay que partir de un principio más preciso y es que el Che es esencialmente un revolucionario. Por supuesto, rebeldía y revolución van de la mano pero —y este pero es necesario destacarlo—, ejemplos de rebeldía pueden citarse muchos y sin embargo no culminan su ciclo como revolucionarios en su sentido integral, es decir hacer de la rebeldía y la revolución un binomio que conduzca a cambios profundos y transformadores y que tenga repercusión en la humanidad, aun cuando no se lo hayan propuesto, es algo bien distinto.

En la Introducción del libro hemos pretendido cronológicamente demostrar lo anterior, sobre todo por la manipulación y tergiversación que sus enemigos han intentando, desde siempre, con etapas y acciones de su vida. Creo que en el siglo XX ha sido una de las figuras más denostadas y no es por elección simple que lo han perseguido y denigrado permanentemente, sino todo lo contrario, porque representa la coherencia, el ejemplo y el valor necesario para enfrentar poderes superiores poniendo por delante “el pellejo para demostrar sus verdades”, como les escribiera a sus padres en la carta de despedida.

Si de alcance se trata, me parece que esa expresión convertida en realidad es lo suficientemente contundente para medir el alcance de la verdadera rebeldía guevariana.

Por eso, en un libro como este dedicado esencialmente a los jóvenes, la selección de sus escritos tenía el compromiso de introducirlos en etapas y ejes temáticos capaces de sustentar lo fundamental de su vida y acción, no con un sentido lineal simple sino con el objetivo de demostrar la dialéctica interna que desde muy joven le imprimió a su comportamiento y que cada lector pueda sentir que la bandera enarbolada con su imagen se corresponde con el símbolo que se había representado o imaginado sobre el Che, incluso aceptando el halo romántico que emana de su imagen hermosa y soñadora que tanto gusta a los más jóvenes.

Esto último me parece importante, porque muchas veces se emplean consignas, definiciones o conceptos para caracterizar al Che que pueden ser muy atractivos, pero tenemos obligatoriamente que preguntarnos, primero, si expresan su verdadera dimensión y si son entendidos para los tiempos que vivimos, y después, cómo asumirlos sin distorsionar sus reales propósitos.

Para mí eso es esencial, porque en nuestro ámbito continental se están produciendo cambios y procesos, yo diría que históricos, y nuestros jóvenes tienen la obligación de entender dónde se encuentran y cómo actuar, mirando de que lado está el deber —parafraseando a Martí, nuestro héroe nacional—. El Che puede ser y es, sin dudas, un referente obligado porque sintió y vivió como nadie lo latinoamericano, el dominio imperial, la frustración y humillación de nuestros pueblos originarios y además pensó y actuó dejándonos un legado imperecedero, pero, quizás por ello, se está en la obligación de conocer ese legado sin falsas reproducciones ni esquemas preestablecidos de conductas obsoletas ni de simbologías banales.

Solo así se pondrán entender los pequeños destellos que fue dejando en sus escritos desde épocas tempranas y que se van expandiendo y cristalizando hasta dejarnos un pensamiento marxista creador y antidogmático, consecuente con su praxis esencialmente humanista y solidaria.

Che desde su propia voz, sin mediadores, sin tergiversaciones, sin visiones esquemáticas

Lo expresado anteriormente no es una tarea fácil, porque los jóvenes están sometidos a un bombardeo permanente de los medios, muchos de los cuales están pagados para ofrecer una imagen contraria a lo que hemos expresado y seleccionado en el texto. Incluso, lo más difícil es cuando queriendo brindar una imagen positiva se distorsiona al asumir textos o imágenes elaborados con un supuesto sentido moderno y atractivo para los adolescentes y jóvenes, pero que representan o conducen a todo lo contrario y que los aleja del verdadero sentido de su vida.

Este es un gran problema, porque nosotros tenemos la obligación de subvertir esas distorsiones y no siempre contamos con los recursos y los medios a nuestro alcance ante tanto poder mediático. ¿Cómo trasmitir el verdadero sentido y significado del Che “aventurero”, del guerrillero, del hombre de pensamiento esencialmente humanista enfrentado al icono abstracto repleto de colorido e inalcanzable en que muchas veces es convertido? Todo esto está presente cotidianamente, los que lucran con la imagen con aparente inocencia, los que escriben panfletos como oraciones solemnes inalcanzables, supuestamente  positivas, pero que provocan un daño casi al nivel de los que tergiversan su ejemplo y su obra.

Entre otras razones, es lo que explica la labor principal del Centro al decidir como principio básico publicar al Che por el Che, editando documentos inéditos con el propósito de ir cerrando el paso a las falsedades y tergiversaciones presentes en la casi totalidad de las biografías escritas, sistematizando su pensamiento y los principales ejes temáticos que lo distinguen.

En esa línea se inscribe el libro de Vidas Rebeldes, síntesis de algunos documentos imprescindibles de lo publicado en nuestro proyecto editorial, para cumplir con un propósito fundamental, entregar a los jóvenes la palabra viva, primero de Ernesto y después del Che como un instrumento de pensamiento y acción para su acervo cultural y revolucionario.

Las fases integradoras del proyecto de cambio social concebido por el Che

Aunque el material escogido pretende destacar los rasgos más sobresalientes de su pensamiento desde su primera juventud, en el balance siempre sobresalen los componentes esenciales del Che revolucionario y por consiguiente su interpretación de la realidad latinoamericana y tercermundista con un sello muy particular, cuya herencia indiscutible se entronca con la Revolución cubana y su participación como dirigente dentro de la misma.

La figura y la relación indisoluble con Fidel, su experiencia anterior con América Latina en sus recorridos juveniles, sus reflexiones en cómo enfrentar el socialismo en las condiciones concretas de los países subdesarrollados, su visión y análisis en torno a los problemas y desviaciones que presentaba el modelo del mal llamado “socialismo real”, el papel del imperialismo como centro de la hegemonía de poder y la forma de combatirlo; esos y otros análisis de igual relieve fueron conformando y delineando fases de cambio en una evolución lógica por las  que se debía transitar si nos proponíamos alcanzar un mundo más humanizado par todos.

Por supuesto, esas fases no fueron trazadas por el Che independientes unas de otras y mucho menos excluyentes, porque su validez estriba en la dialéctica en que fueron moldeándose, dónde se entrecruzan, se fundamentan y complementan, es decir que, si primero logramos visualizar una concepción integral de cambio para América Latina, de forma continua se van incorporando otros elementos más abarcadores en los que se van insertando los problemas y realidades que afrontaban los países tercermundistas y las formas en que debían encauzar el proceso de transformación en una lucha conjunta a escala global.

Ese esfuerzo, que abarca un ciclo breve en su trayectoria revolucionaria, bastó para sustentar pautas futuras de  unidad e integración bajo una óptica diferente si los países ricos se negaban a sustentar y a apoyar nuevas políticas de desarrollo para los países pobres. El llamado al entendimiento de los poderosos con el objetivo de adquirir compromisos económicos que permitieran encauzar el desarrollo de los más desposeídos sin tener que recurrir a la lucha, encontró, como históricamente siempre ha sido, el rechazo y el enfrentamiento, poniéndose en evidencia lo que tantas veces había pronosticado el Che, la necesidad de plantearse el camino del cambio a través de la confrontación armada si deseábamos alcanzar la emancipación plena.

Puede que para los jóvenes ese llamado no alcance la fuerza ni el convencimiento en que fueron expresados en esos tiempos por el Che y los revolucionarios de esos años, sin embargo si se examina el momento histórico en que encontraron fundamento, la agresividad de las respuestas del imperialismo y sus aliados para barrer generaciones completas que estaban dispuestas a luchar por un mundo mejor,  las tácticas para reimplantar un capitalismo salvaje a los países que salían del colonialismo y los sometidos al neocolonialismo, en fin la barbarie a escala planetaria, entenderían con mayor claridad las reflexiones del Che a la convocatoria de lucha, porque de desoírla  correrían ríos de sangre y sufrimiento y pasarían muchos años para alcanzar la verdadera liberación.

El internacionalismo antiimperialista del Che ante las nuevas estrategias de integración en América Latina

En ese análisis resurge con una fuerza indestructible su Mensaje a la Tricontinental, publicado cuando estaba luchando ya en Bolivia, y cobra especial significación el internacionalismo, que en su caso particular contiene un sello muy propio al definir claramente su carácter antiimperialista, sustentado no solo en un discurso político construido a lo largo de su vida, sino en una praxis política consecuente con su peculiar modo de enfrentar el capitalismo y transitar hacia un mundo éticamente construido para todos.

De lo expuesto pueden extraerse lecciones indiscutibles, muchas de las cuales fueron combatidas y rechazadas por quienes estaban obligados a mirar con luz de futuro, y tampoco sin negar posturas extremas sacadas fuera de contexto y alejadas de sus realidades, las que a la larga produjeron más daño que acciones efectivas. Todas esas contradicciones, aprovechadas por los poderes hegemónicos sin excluir ningún método, han impedido durante mucho tiempo alcanzar una visión certera del camino que debíamos emprender, sumado al golpe estremecedor que significó la desaparición del socialismo como sistema, más allá de errores y desviaciones imperdonables.

Sin embargo, a pesar de lecciones tan amargas, ¿qué explica el resurgir desde finales del pasado siglo de nuevos acontecimientos y figuras en América Latina, por ceñirnos a nuestro ámbito, que están empeñados en recuperar, en palabras del presidente Chávez, nuestra “primavera democrática” y que están tratando de reconstruir nuestra verdadera integración bajo los principios esenciales de la cooperación, la solidaridad y la plena justicia social?

Es precisamente ahora, aunque algunos estrechos de mente no lo compartan, que el Che cobra mayor validez y actualidad sobre todo para los jóvenes que enarbolan su bandera de héroe legendario, cuando desde el Mensaje a la Tricontinental nos alienta a continuar: “…si todos fuéramos capaces de unirnos […] ¡qué grande sería el futuro y qué cercano!”
 
Más información sobre este libro: http://www.oceansur.com/product/ernesto-che-guevara/
 

viernes, 18 de diciembre de 2009

Entrevista a la Comandante Lola, de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca


Marcelo Colussi (Desde Guatemala, especial para ARGENPRESS.info)

Alba Estela Maldonado, más conocida como “comandante Lola”, es una mujer de una fuerza inquebrantable. Militante de base y comandante guerrillera por años, fue fundadora del Ejército Guerrillero de los Pobres –EGP–, una de las cuatro fuerzas que luego se unirían formando la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, de la que fue su Secretaria General, organización popular guerrilla que por años constituyó el principal elemento de contrapoder y opción revolucionaria en Guatemala, con una enorme capacidad de organización de base, casi en condiciones de repetir las experiencias triunfantes de Cuba y Nicaragua.

Ante el cambio de escenario mundial con la caída del campo socialista soviético, ya desmovilizada la organización guerrillera, con la firma de la paz en el año 1996 ingresa a la lucha política en los términos del parlamentarismo tradicional, siendo diputada al Congreso por la URNG entre 2004 y 2008. Militante revolucionaria por toda la vida, crítica incansable, dialogó con Argenpress por medio de su corresponsal para Centroamérica y el Caribe, Marcelo Colussi, acerca de la viabilidad, o no, de los movimientos armados en la actualidad y, en términos generales, de las posibilidades de transformación que se avizoran para el campo popular en Latinoamérica para los próximos años.

Argenpress: Luego de la experiencia de estas últimas décadas en Latinoamérica, hay quien dice que los movimientos armados en la actualidad no tienen viabilidad, aunque de hecho al menos en dos países (Colombia y el sur de México) existen y están operativos. ¿Qué balance podemos hacer respecto de estos movimientos y de su lucha en estos años pasados, y qué perspectivas de futuro podría pensarse para propuestas armadas en la región?

Comandante Lola: Si decimos que hoy día los movimientos armados no tienen viabilidad, con eso estamos desconociendo que en estos momentos se están desarrollando guerras en distintas partes del mundo. En todo caso, movimientos armados hay; lo que habría que ver es si esa forma organizada de lucha, surgida del pueblo y con un proyecto de transformación de la sociedad, es hoy día la estrategia más válida, tal como se la conoció aquí décadas atrás. En América Latina esa lucha armada tomó la forma de guerra de guerrillas, con distintos niveles de desarrollo en cada país. Esa forma de lucha –lucha armada, o lucha insurreccional, o guerrillera, o guerra popular– obedece a ciertas condiciones, entre las cuales la fundamental es el nivel de conciencia y de organización de sectores importantes de la población, que ven en esa modalidad de lucha una posibilidad concreta de cambiar las cosas. Eso es lo que determina o no, lo que hace posible o no, el desarrollo de una guerra popular. En América Latina, fuera de los países donde hay procesos en que las democracias actuales permiten ciertos avances a sus pueblos, como por ejemplo Venezuela o Bolivia, en la mayoría de países hay elementos que estarían, por un lado, obstaculizando el desarrollo de una lucha armada popular, pero por otro lado, gestando también condiciones que pueden crear nuevos niveles de conciencia. Esas condiciones serán las que, en un futuro, podrán decidir si la gente se plantee nuevamente la posibilidad de un intento de lucha armada revolucionaria.

Las políticas neoliberales han tenido efectos muy nocivos en nuestros países; uno de ellos es el factor organización. En el momento en que los sindicatos son debilitados, los líderes cooptados, cuando aparecen las ONG’s jugando un papel tan nefasto en términos de dividir la organización local, todo eso crea una situación muy difícil para la organización de nuestros países.

En cada país la situación tiene sus particularidades. En el caso de México, por ejemplo, que tuvo una lucha del movimiento zapatista tan largamente preparada, la aparición de una propuesta armada en Chiapas tuvo un efecto positivo, en tanto abrió espacios para la propia organización de la gente, creando así un repudio hacia lo que se había constituido en una dictadura de partido. Desde el punto de vista organizativo, quizá México es diferente a otros en la región, aunque en lo económico-social esté igualmente golpeado que los otros países por esta marea neoliberal. Creo que, a su modo, la llegada del movimiento armado en el sur de su territorio despertó una nueva conciencia ciudadana, y no sólo en Chiapas, sino a nivel nacional, incluso en el Distrito Federal.

En El Salvador, el triunfo electoral del Farabundo Martí para la Liberación Nacional –FMLN–, la ex guerrilla que estuvo a punto de tomar el poder por la vía armada en algún momento, puede ayudar a avanzar en la organización popular y en la construcción de nuevos niveles de conciencia. De hecho tienen la presidencia, aunque eso no es tener el poder, pero de todos modos esa coyuntura puede servir para hacer crecer la organización popular, y seguramente deberán hacer su división entre partido y gobierno.

El caso de Venezuela impone que se avance en la organización popular desde abajo para que sea la misma gente la que defienda el proyecto bolivariano actual, y lo haga profundizar. No hay dudas que el proceso actual ha traído beneficios a grandes masas populares, pero todo el proyecto tiene debilidades, como por ejemplo estar centrado casi exclusivamente en la figura de un líder, que sin dudas es tremendamente carismático, pero que solo no puede construir si no se apoya en un verdadero partido revolucionario de base y en una organización popular genuina. Sin dudas allí están habiendo cambios importantes; hay una transformación en marcha, quizá no una revolución, pero sí un proceso de cambios populares, por eso Venezuela está en la mira de la Colombia guerrerista de Uribe, y por supuesto, en la estrategia imperial de Estados Unidos.

Por su parte Brasil y Uruguay, con pasos tibios no confrontativos, abren expectativas. Pero ahí no hay procesos populares fuertes. No conozco mayormente como para opinar, sin embargo veo que hay esperanzas de parte de la gente.

Creo que en cualquiera de nuestros países latinoamericanos el elemento que puede hacer decidir nuevamente a la gente retomar las armas para intentar cambiar las cosas buscando mayor justicia, es el nivel de conciencia y organización. En Guatemala he escuchado de pequeños grupos que hablan de retomar las armas. Nosotros, años atrás aquí en Guatemala, tuvimos dos referentes muy importantes para decidirnos por la lucha armada: uno fue la Revolución Cubana, y el otro la lucha de Vietnam. Eso influyó no sólo desde el punto de vista ideológico sino también desde la estrategia y la táctica de la organización militar. Esos fueron los referentes en el exterior. Por otro lado en lo interno, habíamos gozado de una revolución democrático-burguesa de diez años de duración, entre 1944 y 1954, con Juan José Arévalo y luego Jacobo Arbenz a la cabeza, que trajo una serie de transformaciones positivas en prácticamente todos los aspectos de la vida guatemalteca: lo económico, lo social, lo político, lo organizativo, lo cultural. Todo eso ayudó a forjar una conciencia democrática en amplios sectores de la sociedad guatemalteca, que incluso se tenía a sí misma por revolucionaria. Eso fue una gran base que ayudó a que, luego, a partir de esa conciencia, surgiera el movimiento revolucionario armado. Cuba y Vietnam influyeron, sin dudas, pero también fue muy importante todo este movilización que se había dado en lo interno de nuestra sociedad, porque apenas unos años después del golpe militar de 1954 con la ayuda estadounidense que terminó con la presidencia de Arbenz y todo el proceso de cambios que se venía dando, ya aparece el movimiento armado. Había un campesinado que conoció la reforma agraria y luego fue golpeado muy duramente, había una juventud motivada para seguir profundizando los cambios que se venían dando unos años atrás, y todo eso hizo posible la idea de tomar las armas para recuperar lo que se estaba perdiendo con el golpe militar.

Argenpress: No hay dudas que, luego de estas décadas de represión feroz, a lo que se suma el empobrecimiento por los planes neoliberales, los pueblos han quedado desorganizados, incluso desideologizados. A ello se suma, como un elemento negativo más en contra de la lucha popular, el nivel tecnológico que han alcanzado las fuerzas armadas del sistema. ¿Es posible hoy, ante todo ese monstruoso aparato militar, ante esa disparidad técnica tan enorme, sumada a la desorganización imperante, pensar como viable una propuesta de lucha armada?

Comandante Lola: La disparidad técnica en el campo militar no es el factor determinante para la lucha popular. Si pensamos en una genuina propuesta de lucha popular, de guerra revolucionaria de base, por experiencia propia te puedo asegurar que la técnica tiene sus límites, no es todo. Se topa con la inteligencia, con la capacidad y la participación de la gente. El ejército de Guatemala sin dudas fue una fuerza altamente capacitada en lo técnico, pero en su lucha anti-guerrillera en términos militares se topó, se enfrentó con un límite en forma rotunda. Pese a toda su preparación técnico-profesional, se topó contra nuevas formas de resistencia popular basadas en la inteligencia, en la capacidad de respuesta creativa del movimiento guerrillero. Tan es así esto que lo que determinó la llegada a la firma de la paz, aunque esto el Estado y mucho menos el ejército no lo reconocen en forma pública, no fue el factor político sino el militar. La desmoralización a la que llegó el ejército en la lucha armada fue el factor clave. Esa es la versión no dicha de los hechos; militarmente se llegó a un punto donde, pese a todo su enorme aparato y su preparación, el ejército no podía derrotar al movimiento guerrillero, y eso lo fue minando.

Argenpress: Esto viene a demostrar que una guerra no se gana sólo con el aparato militar sino que también necesita el apoyo popular, que pasa a ser un factor clave. Para muestra: Vietnam, o lo que ahora está sucediendo en Irak.

Comandante Lola: Por supuesto. Ahí está la clave. Es importante destacar que nosotros, como movimiento revolucionario, sin dudas sufrimos los efectos de lo que sucedió en Europa del Este con la caída de ese modelo de socialismo. No éramos inmunes a esas consecuencias, definitivamente, y todo eso tuvo efectos muy fuertes, como también los tuvo en Cuba y en todos los movimientos revolucionarios del continente. Pero de todos modos, luego de ese golpe asistimos al nacimiento de nuevos movimientos populares, como los sin tierra en Brasil, o los piqueteros en Argentina, o los movimientos indígenas en Bolivia y Ecuador; todo lo cual deja ver que, de algún modo, se están gestando nuevas condiciones para la lucha popular. La pobreza puede adormecer, porque te lleva a pensar con desesperación sólo en el día siguiente, pero también te puede llevar a pensar con perspectiva de mayor futuro, y te pone en marcha para una lucha con más visión, a más largo plazo. La página nunca está cerrada. Todo ese descontento, esa injusticia que se vive día a día, sigue poniendo en pie de lucha a los pueblos; y ahí están los movimientos que luchan por el poder local, en los municipios, en las aldeas, todo lo cual va creando un entramado de certidumbre que permite ver a la gente que si se organiza, que si lucha por las reivindicaciones de un pequeño lugar, se pueden tener logros concretos. Y eso, sin dudas, tiene un efecto multiplicador en términos políticos. Sería incorrecto, sería ignorar el curso de la historia no reconocer que los pueblos tienen momentos de retrocesos, de derrotas. Recientemente hemos pasado momentos muy difíciles, de derrotas populares grandes. Aquí en Guatemala se llegó a los Acuerdos de Paz, que son un instrumento interesante para plantear modificaciones en lo social, sin dudas, pero no fueron cumplidos posteriormente. Si bien es cierto que se cumplieron algunos puntos concretos en lo que tiene que ver con la desmovilización y el final de la guerra, en lo económico y social no se avanzó ni un milímetro. Se avanzó en algunos aspectos puntuales, como el relativo mayor protagonismo que ahora tienen los pueblos indígenas, sin dejar de destacar la cooptación de que son objeto muchos de sus líderes. Pese a todo, también se han ido haciendo cosas. Un pueblo tan golpeado como el de Guatemala, con 250.000 muertos, y creo que eso vale también para cualquier parte de Latinoamérica, no se puede rehacer para la lucha si no pasa un cierto tiempo hasta que se den nuevamente condiciones. La juventud actual definitivamente está influida por este individualismo tan grande que se ha forjado estos últimos años, por la competitividad. Todo apunta a eso actualmente, la salida individual, el desentenderse de los problemas colectivos. Pero pese a todo ello, no deja de haber movimientos juveniles críticos. Y también sigue habiendo movimientos sociales con nuevas propuestas alternativas. Claro que, en muchos casos, todo ese potencial se va viendo cooptado por un discurso condicionado por la cooperación internacional y por todo ese amplio abanico de ONG’s, que obligan a seguir una determinada agenda, lo “políticamente correcto” como suele decirse. Pero más allá de eso sigue estando la pobreza, el hambre, y como otro elemento muy importante en toda América Latina que también sirve para inmovilizar, está el problema de la violencia. Nada de lo relacionado con esta ola de violencia que vemos en cualquiera de nuestros países es azaroso, casual; eso tiene algo ahí atrás que maneja los hilos, hay una direccionalidad en estos hilos invisibles que nos amarran. Eso, desde los poderes, sirve para crear un estado de terror en la gente, que se utiliza para inmovilizarla, para quitarle la libertad de andar tranquila por la calle. Junto a eso tenemos un nuevo elemento en todo el panorama social que es el narcotráfico. Eso es algo nuevo, que anteriormente no existía y que de pronto hace su entrada casi al mismo tiempo en todos nuestros países. Lo curioso es la fuerza que este fenómeno ha tomado en sociedades que no son consumidoras de drogas. Por eso es importante observar a dónde nos lleva esto, porque sin dudas tiene consecuencias, y muy grandes por cierto, en el tejido social. Todo esto sirve para controlar, para desmovilizar, para detener procesos sociales.

Argenpress: Es decir que, luego de los procesos militares que vivimos en los distintos países latinoamericanos, ahora se nos tiene maniatados con todos estos hilos invisibles que mencionabas: la delincuencia común que crece, el narcotráfico, los nuevos mecanismos de terror. Sin dudas, estamos desmovilizados. ¿Cómo se logra nuevamente la movilización entonces?

Comandante Lola: En general le tengo desconfianza a estos procesos democráticos que estamos viviendo. En Guatemala, no sabría precisarlo para otros países, descarto la toma del poder por vía electoral. Pero sí le tengo confianza a la lucha electoral para temas relacionados a poder local. Ahí sí le apuesto mucho, y de hecho lo podemos constatar con los lugares donde ganamos electoralmente. Ahí se puede hacer mucho, tanto en lo relacionado con organización de la gente como con aspectos vinculados a infraestructura social. Todo eso sirve para ir construyendo cohesión social, para organizar en definitiva. Si lo que los poderes buscan es dividir, en muchos casos incluso a través de las ONG’s, también es posible construir en sentido contrario, sumando en vez de dividiendo. Esa es una rica experiencia de los procesos locales donde hemos participado electoralmente, donde se demuestra que sí se puede avanzar a ese nivel, entregando cuentas cabales, siendo transparentes en la ejecución de la obra pública. Hay experiencias muy bonitas en ese sentido, reducidas por cierto, pero esperanzadoras.

Argenpress: O sea que de lo que se trata es del trabajo de base, trabajo de hormiga, de organización casa por casa prácticamente. ¿Y no es eso lo que, a su modo, hacen las actuales iglesias evangélicas, extendidas por toda Latinoamérica?

Comandante Lola: Sí, por supuesto. Ante una organización popular fuerte, como hubo décadas atrás, viene esta estrategia de las iglesias evangélicas, de las que hay miles por todos lados, en cada comunidad rural, en cada barrio en las ciudades. No hay dudas que son, en definitiva, una estrategia de control social. En ese sentido, visto desde la lógica de los poderes, es una estrategia exitosa. Pero al lado de ese mecanismo de control, efectivo hasta cierto punto, sigue estando la pobreza. Por eso la historia hay que verla en términos amplios, considerando no sólo el aquí y ahora concreto, sino con una mirada de más largo plazo. Décadas atrás vivimos momentos de auge social, de auge en las luchas populares y sociales que van desde la descolonización de parte del África y de Asia, el triunfo en Vietnam, movimientos fuertes en América Latina, la Revolución Cubana, luego vimos la caída de parte de todos esos sueños con los procesos de hundimiento del socialismo en Europa del Este, y luego vimos el resurgir de numerosos movimientos sociales, y hoy por hoy estamos en un momento de puntos suspensivos, de observar y esperar mientras se trabaja en la creación de conciencia y de organización de base. Eso hace que luego surjan nuevos liderazgos, necesidades, y por tanto demandas. Es decir: están abiertas las páginas de la historia. Y los movimientos armados juegan el papel de catalizadores de procesos sociales cuando así lo exige la situación. Por ejemplo en el caso de los países centroamericanos, en Guatemala, El Salvador y Nicaragua, la determinación de iniciar un movimiento armado obedeció a situaciones concretas, teniendo posteriormente un gran respaldo popular. En Guatemala, por ejemplo, en un momento en que aquí había una población de siete millones a nivel nacional, alrededor de un millón estaba involucrada con el movimiento revolucionario de una u otra manera. Fueron movimientos con enorme respaldo popular, en cualquiera de estos países, por eso se fortalecieron, crecieron y llegaron a ser una verdadera opción de poder popular. Aunque hoy día esos procesos están golpeados, no están terminados.

Argenpress: Sin dudas, los movimientos populares en Latinoamérica están bastante golpeados. ¿Cómo se podrán poner de nuevo en pie de lucha?

Comandante Lola: Hoy día nos han golpeado, pero la historia no está terminada. América Latina sigue siendo una región con gran movimiento, con la mayor agitación. Tan agitado, que ahí está el caso de Honduras, por ejemplo. Honduras representa quizá el lugar más débil en la región, con mayor presencia de Estados Unidos desde toda la historia con su gran base militar, y que fue elegida para dar el ejemplo a Guatemala y a El Salvador de hasta dónde se puede llegar. Lo cual se complementa con las bases militares en Colombia, que representan una amenaza tremenda, y no sólo para Colombia. Y pese a todo eso, ahí está el movimiento revolucionario en Colombia, golpeado, pero en un proceso de sanar heridas y de fortalecimiento.

Los movimientos de resistencia siguen estando, sin dudas, con otras características y no sólo como movimientos armados. Pueden tomar nuevas formas, como decíamos hace un momento: los movimientos indígenas, campesinos, los movimientos de desocupados, pueden ser insurrecciones populares, movimientos locales. No sabemos bien cómo, de qué manera, pero en algún momento las poblaciones van a explotar, porque dentro de los límites del sistema y con estos gobiernos no hay salida. Eso está más que demostrado: no hay salida. Y la salida hay que buscarla de alguna manera. Un ejemplo aleccionador, muy bonito en relación a la organización popular y la resistencia, es el que tenemos en Guatemala con la lucha contra la minería. Eso representa la defensa de los propios recursos nacionales por parte de la población en forma organizada. Hay algo muy importante en términos de creación de futura conciencia para lo que se pueda ir dando en un futuro: en muchos de nuestros países latinoamericanos, las luchas no son hoy contra los terratenientes dedicados a la agricultura de exportación dueños de vastas extensiones sino que nuestras burguesías están, cada vez más, insertas en el mundo global, por lo que aparecen nuevos campos de conflictos ligados a esa globalización, y hoy por hoy, uno de los elementos más problemáticos viene dado por la lucha de las poblaciones que está confinada a territorios olvidados donde se encuentran los recursos que ese mercado global va necesitando cada vez con más voracidad: el petróleo, los minerales estratégicos, el agua dulce, la biodiversidad de las selvas tropicales. Es decir que hoy aparecen nuevos campos de lucha que ponen en marcha los procesos de levantamiento popular: la defensa de los recursos naturales, del agua, de los bosques. Ha habido cambios en relación a décadas atrás en cuanto a qué es lo que se está defendiendo, y la forma en que se hace. Lo importante es determinar quiénes son hoy día los actores de esas luchas, de esas rebeliones, tomando las características que sean. Quizá no serán movimientos armados con la forma de guerrillas que se dieron años atrás, pero seguramente irán apareciendo nuevas formas.

Argenpress: Pese a ese retroceso en la lucha popular en todo nuestro continente, se mantienen aún los movimientos revolucionarios armados en Colombia (con dos fuerzas operativas) y en Chiapas, en el sur de México. ¿Qué perspectivas les ves hoy a esas propuestas?

Comandante Lola: Es difícil decirlo. Los zapatistas han mantenido un silencio en los últimos tiempos que no permite saber exactamente qué están haciendo. Es importante destacar de ellos que de una lucha y una reivindicación regional se irradiaron a nivel nacional transmitiendo elementos de rebeldía y de construcción de una conciencia ciudadana que antes no había en México. No está claro que harán en el futuro.

En cuanto a Colombia, después de los golpes recibidos últimamente, que fueron fuertes, tengo entendido que están en un momento de espera y de fortalecimiento interno. El presidente Uribe, con toda su maquinara bélica durante dos períodos presidenciales, y ahora quizá un tercero, no logró derrotar al movimiento revolucionario. Colombia es una sociedad atravesada por el narcotráfico a todos los niveles, lo que descompone mucho la opción revolucionaria, y en medio de ese escenario tengo entendido que ahora el movimiento revolucionario está buscando su incidencia en el ámbito ciudadano.

Argenpress: De lo que se trata, entonces, es de ir fomentando la organización popular desde abajo. Esa es la clave, definitivamente. Lo cual lleva a esta pregunta: ¿es posible construir alternativas reales de cambio sin tener el poder político? Te lo pregunto porque hoy día ha aparecido esta formulación de “cambiar el mundo sin tomar el poder”. ¿Es posible eso?

Comandante Lola: Es muy complejo esto. Tomar el poder político es indispensable, es decisivo. Hay que tomarlo y mantenerlo, creando reglas nuevas, dado que no podemos atenernos a las actuales reglas de estas llamadas democracias, que no permiten ningún cambio real. El poder político es definitorio para hacer esas transformaciones necesarias. Si no se construye el poder político desde abajo, y también desde los cuadros medios, que son los que mueven todo el aparato de Estado, no se puede plantear ningún cambio social real. En ese sentido, veamos ahora qué se puede construir de verdad en El Salvador. Muy probablemente ahí no se tome el poder económico, sino que apenas se podrá tener el poder político, y siempre en forma relativa. Es probable, incluso, que no se toque al poder económico, pero se pueden ir construyendo nuevas condiciones en la base, y esa es la potencialidad del actual proceso. Lo electoral es importante, pero no es el punto de llegada; eso sirve para seguir ganando posiciones políticas desde abajo. Esa podría ser la estrategia del FMLN: aprovechar el relativo poder político de que dispone ahora para acumular fuerzas desde abajo para etapas posteriores.

Lo mismo podríamos decir del caso venezolano. Allí el actual poder político dispone de enormes recursos económicos que le permiten hacer mucho, pero para generar una verdadera transformación social profunda y sostenible se necesitan construir los instrumentos políticos que lo permitan, en este caso: un partido de base con organización popular sólida.

Foto: Guatemala - Alba Estela Maldonado (comandante Lola), fundadora del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP). / Autor: GRANMA

lunes, 14 de diciembre de 2009

Agente de la CIA capturado en Cuba : Ultima hora


Última Hora: Agente de la CIA capturado en Cuba

Funcionario de una empresa fachada de la CIA que financia la desestabilización en Venezuela fue detenido en Cuba mientras repartía recursos a la contrarrevolución


Por Eva Golinger



Un artículo publicado el sábado 12 de diciembre de 2009 en el New York Times reveló que un contratista del gobierno de Estados Unidos fue detenido en la Habana el 5 de diciembre pasado mientras repartía teléfonos celulares, computadoras y otros equipos de comunicación a grupos de la contrarrevolución. El funcionario, cuyo nombre aún no se ha hecho público, trabaja para la empresa estadounidense Development Alternatives, Inc. (DAI), uno de los grandes contratistas del Departamento de Estado, el Pentágono y la Agencia Internacional del Desarrollo de Estados Unidos (USAID).

El año pasado, el Congreso de Estados Unidos aprobó 40 millones de dólares para ³promover la transición a la democracia² en Cuba. DAI fue otorgado el contrato principal, el ³Programa de Democracia en Cuba y Planificación de Contigencia², que además autorizaba el empleo de subcontratistas supervisados por la empresa DAI. El uso de una cadena de organismos es un mecanismo que emplea la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para canalizar y filtrar fondos y apoyo político y estratégico a grupos y personas que promueven su agenda en el exterior.

DAI EN VENEZUELA

DAI fue contratado en junio 2002 por la USAID para manejar un contrato multimillonario en Venezuela, justamente dos meses después del fracaso del golpe de Estado contra el Presidente Hugo Chávez. Previo a esa fecha, la USAID no operaba en Venezuela, ni mantenía oficinas en el país. DAI fue encargado de abrir la Oficina para las Iniciativas hacia una Transición (OTI, por sus siglas en inglés), un brazo especializado de la USAID encargado de distribuir fondos multimillonarios a organizaciones favorables a los intereses de Washington en países estratégicamente importantes que transitan por una crisis política.

El primer contrato entre la USAID y la DAI para sus operaciones en Venezuela autorizaba el uso de 10 millones de dólares por un periódo de dos años. DAI abrió sus puertas en el sector financiero de Caracas, El Rosal, en agosto de 2002, y comenzó inmediatamente a financiar los grupos que apenás hace meses habían ejecutado ­ sin éxito ­ el golpe de Estado contra el Presidente Chávez. Los fondos de la USAID/DAI en Venezuela fueron repartidos durante ese primer año a organizaciones como Fedecámaras y la Confederación de Trabajadores Venezolanos (CTV), dos de los principales grupos que ejecutaron el golpe en abril 2002 y que luego encabezaron un sabotaje económico, paro petrolero y guerra mediática con el propósito de derrocar al gobierno venezolano. Un contrato entre la DAI y éstas organizaciones, de fecha diciembre 2002, otorgaba más de 10 mil dólares para el diseño de propaganda en radio y televisión a favor de la Coordinadora Democrática, la coalición de las fuerzas opositoras contra el Presidente Chávez.

En febrero 2003, la DAI comenzó a financiar a un grupo recién creado de nombre Súmate, liderada por Maria Corina Machado, quien fue una de las firmantes del ³Decreto Carmona², el famoso decreto que disolvió todas las instituciones democráticas de Venezuela ­ desde la Asamblea Nacional, el poder Ejecutivo y el Tribunal Supremo de Justicia, entre otras ­ durante el golpe de Estado de abril 2002. Súmate luego se convertió en el principal organismo de la oposición que diseñaba y coordinaba las campañas electorales, incluyendo el referendo revocatorio contra el Presidente Chávez en agosto 2004. Los tres principales organismos de Washington que operaban en Venezuela en aquel momento, la USAID, DAI y el National Endowment for Democracy (³NED²), invertieron más de 9 millones de dólares en la campaña de la oposición durante ese referéndo, sin éxito.

La USAID en Venezuela, que aún mantiene su principal presencia a través de la OTI y la DAI, tenía previsto una estadía de no más de dos años en el país. El entonces jefe de la OTI en Venezuela, Ronald Ulrich, afirmó públicamente al comenzar sus labores en agosto 2002 que ³Este programa se habrá terminado en dos años, como ha sucedido con iniciativas similares en otros países; la oficina se cerrará transcurrido ese periódo de tiempo². Técnicamente, las OTI son equipos de respuesta rápida de la USAID, equipados con fondos líquidos de altas cantidades y un personel especializado para ³resolver una crísis² de manera favorable a Washington. En el documento mediante el cual se estableció la operación de la OTI en Venezuela, se explicaba claramente los objetivos, ³En los últimos meses, su popularidad ha decrecido y las tensiones políticas se han incrementado dramáticamente, ya que el presidente Chávez ha puesto en práctica varias reformas controvertidasŠLa situación actual apunta fuertemente a una participación rápida del gobierno de Estados UnidosŠ²

Hasta la fecha, la OTI aún permanence en Venezuela, con la DAI como su principal contratista, pero ahora con cuatro entidades más que comparten la torta multimillonaria de la USAID en Caracas: el Instituto Republicano Internacional (IRI), el Instituto Demócrata Nacional (NDI), Freedom House, y la PanAmerican Development Foundation (PADF). De los 64 grupos que financiaban en el 2004 con 5 millones de dólares anuales, hoy financian más de 533 organizaciones, partidos políticas, programas y proyectos de la oposición con un presupuesto por encima de los 7 millones de dólares anuales. Su presencia no solamente ha permanencido en el país, también ha crecido. Obviamente esto se debe a una razón muy sencilla: aún no han logrado su objetivo original, que es derrocar al gobierno de Hugo Chávez.

DEVELOPMENT ALTERNATIVES INC. ES UNA FACHADA DE LA CIA

Ahora aparece en Cuba este organismo de la desestabilización, con fondos multimillonarios destinados a la destrucción de la Revolución Cubana. El antiguo funcionario de la CIA, Phillip Agee, afirmó que la DAI, tanto como la USAID y la NED, ³Son instrumentos de la embajada de Estados Unidos y detrás de esas tres organizaciones está la CIA². De hecho, el contrato de la USAID con la DAI en Venezuela decía específicamente que ³El representante local mantendrá una estrecha colaboración con los funcionarios de la embajada para identificar oportunidades, seleccionar colaboradores y garantizar que el programa mantenga su coherencia con la política exterior de Estados Unidos.² No deja duda sobre su trabajo de captación de agentes al servicio de los intereses de Washington, ni que su presencia y sus actividades son directamente coordinadas por la embajada de Washington.

La detención del funcionario de la DAI es un paso muy importante para frenar las acciones de desestabilización dentro de Cuba, dirigidas por Washington. También comprueba que no hay cambio ninguno con la administración de Barack Obama en cuanto a la política de Washington contra Cuba ­ siguen empleando y utilizando las mismas tácticas de espionaje, infiltración y subversión como en los años anteriores.

VENEZUELA TAMBIÉN DEBE EXPULSAR LA DAI DEL PAÍS

Ahora que Cuba se ha puesto al descubierto el trabajo de inteligencia (captación de agentes, infiltración en los grupos políticos y entrega de recursos para promover la desestabilización ­ son actividades de inteligencia) que realizaba la DAI en la isla caribeña, el gobierno de Venezuela debe responder de manera contundente para sacudir de su país esta grave amenaza interna, que durante siete años y media ha alimentado con más de 50 millones de dólares a la desestabilización y la oposición interna.

No es por más comentar que en Estados Unidos hay cinco ciudadanos cubanos presos por supuestos actos de espionaje, aunque sus acciones no atentaban contra los intereses estadounidenses. Al contrario, el funcionario detenido de la DAI ­ una fachada de la CIA ­ sí estaba atentando contra los intereses de Cuba, promoviendo la desestabilización interna y repartiendo ­ de forma ilegal ­ materiales y recursos de Washington que estaban destinados a alimentar un conflicto que provocaría ³una transición política² favorable a la agenda de Estados Unidos.

Development Alternatives, Inc. es uno de los contratistas de Washington más grandes del mundo. Actualmente tiene un contrato de 50 millones de dólares en Afganistán. En América Latina, opera en Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Perú, República Dominicana y Venezuela.

martes, 8 de diciembre de 2009

El esfuerzo de los cubanos es el secreto de nuestro triunfo


 
Cuando el 7 de diciembre de 1896, el Mayor General Antonio Maceo Grajales exhaló su postrer aliento en la hasta entonces poco conocida finca Bobadilla, en San Pedro, Punta Brava, no solo Cuba perdía al Lugarteniente General del Ejército Libertador, segundo jefe de ese órgano, sino también al revolucionario íntegro que con coraje luchó durante casi tres décadas por la independencia patria.
Fue aquel mulato humilde que con 23 años de edad se sumara a la contienda independentista iniciada por Carlos Manuel de Céspedes en el ingenio Demajagua.
Aventajado alumno de Máximo Gómez, devino Maceo excelente cuadro de mando. Pero su dimensión política marcó pauta en la historia nacional cuando, ante la onerosa paz del Zanjón, se irguió con gallarda intransigencia en Baraguá.
Con aquella viril actitud, apreciada por José Martí como "de lo más glorioso de nuestra historia", él y los hombres que lo secundaron reafirmaron el amor a la independencia y la justicia social, salvaron el honor y la vergüenza de los cubanos, y enaltecieron a la Patria.
No escapó al Titán de Bronce que para enfrentar al poderío español resultaba imprescindible la unidad política y moral de las fuerzas revolucionarias y por eso el veterano guerrero acudió presto al reclamo martiano. Veía al fin convertido en realidad su más caro sueño y, feliz, volvió al campo de batalla para de nuevo escribir gloriosas páginas en las cuales figuraron hazañas tan brillantes como la invasión de Oriente a Occidente.
Sorprendido su campamento de tránsito, en San Pedro, y aceptado el combate en condiciones sumamente desventajosas debido a su desconocimiento del terreno, una bala enemiga le ocasionó la muerte casi instantánea al penetrarle por el maxilar inferior. Caía así abatido el héroe de mil batallas, el hombre que en más de veinte ocasiones resultó herido, varias de ellas de gravedad, y su fortaleza física se impuso para permitirle ensillar nuevamente su caballo, tomar las bridas y, machete en mano, continuar derrotando al adversario.
Estando su cadáver a merced del enemigo, el joven Francisco Gómez Toro, Panchito, quien no participaba en el combate por encontrarse herido, acudió presto a "morir al lado del general". Los indisolubles lazos de unión que desde la más tierna infancia percibiera entre su padre, Máximo Gómez, y Maceo, lo llevaron a inmolarse junto al cuerpo sin vida de este.
Asimismo, su juventud —tenía al morir 20 años de edad— no le impidió valorar lo que su captura vivo representaría para el enemigo, por su condición de hijo del máximo jefe del Ejército Libertador. Por ello recurrió al suicidio, pero su debilidad física —había sido dos veces herido— le impidió consumar el intento. El adversario se encargaría de poner fin a su vida al propinarle un machetazo en la parte posterior del cuello.
El joven, en singular holocausto, alcanzaba por méritos propios un lugar en la historia patria, sin que en ello influyera la sombra que representaba el ser hijo del General en Jefe. Acerca de esto escribió a su padre, el 17 de enero de 1896: "Me avergüenzo cada día de ver cómo se me celebra donde quiera que voy por ser hijo de Ud., sin que en realidad merezca yo tales deferencias: Me siento, papá, muy pequeño: hasta que yo no haya dado la cara a la pólvora, y a la muerte, no me creeré hombre. El mérito no puede heredarse, hay que ganarlo."
Fue Maceo, el único jefe mambí cuya visión política, tras la muerte de Martí, podría haber impedido el escamoteo de la victoria porque comprendió cabalmente el peligro que Estados Unidos entrañaba para Cuba, y ante tendencias anexionistas que tomaban fuerza en algunos sectores, manifestó: "No me parece¼ provechosa al porvenir de Cuba, la intervención norteamericana, como supone la generalidad de nuestros compatriotas. Creo más bien que el esfuerzo de los cubanos que trabajamos por la patria independiente, encierra el secreto de nuestro definitivo triunfo."
Ese pensamiento enaltece hoy a los que también conmemoramos en este día el aniversario 75 del natalicio de ese otro joven heroico que fue Frank País, el XX aniversario de la Operación Tributo: la definitiva sepultura en nuestra tierra a los caídos en las misiones internacionalistas, y el aniversario 16 de la creación de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana.

lunes, 9 de noviembre de 2009

¡ SI SE PUEDE VENCER EL IMPERIO,! ¡ AQUI NO SE RINDE NADIE !


miércoles, 16 de septiembre de 2009

UNICA ENTREVISTA DE BARBARROJA SOBRE EL CHE


UNICA ENTREVISTA DE BARBARROJA SOBRE EL CHE

“El Che nunca se sintió ni derrotado, ni desmoralizado”

Por: Luis Suárez Salazar, Ivette Zuazo y Ana María Pellón

Un tremendo aguacero estalla en el mismo instante del comienzo de la grabación. El ambiente es propicio para la broma. “Ustedes van a romper mi virginidad”, nos advierte nuestro interlocutor, aludiendo al hecho de que, si bien ha sostenido algunos encuentros periodísticos, es ésta la primera vez en 30 años, que accede a ser entrevistado sobre Che Guevara.

Solicitudes ha recibido muchas, de colegas cubanos y extranjeros. La razón es que, este hombre llamado Manuel Piñeiro y apodado Barbarroja por amigos y enemigos, es un testigo clave a la hora de reconstruir la trayectoria internacionalista del Che.

Durante aquellos años, Piñeiro fue nada más y nada menos que el jefe de la Dirección General de Inteligencia del Ministerio del Interior de Cuba, encargada de los vínculos con los movimientos revolucionarios en el Tercer Mundo. Estaba en pleno apogeo la insurgencia liberadora. Entre sus múltiples tareas dentro de la dirigencia de la Revolución Cubana, el Che dedicaba energías a promover la solidaridad antiimperialista y a prepararse para combatir en “otras tierras del mundo”. En ello estuvo Piñeiro muy cerca de él.

El aval que le mereció aquel puesto lo había forjado fundamentalmente en la Sierra Maestra, a donde llegó en mayo de 1957. Antes había sido uno de los dirigentes del M 26-7 en su provincia, Matanzas. De allí debió emigrar a La Habana, “quemado” por sus actividades de sabotaje y propaganda; y arribó a las montañas orientales después de haber organizado varios envíos de armas para la Sierra.

En 1975 y por más de tres lustros, condujo el Departamento América del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. De este Comité es miembro desde su surgimiento el 3 de octubre de 1965. Ese día justamente, Fidel hacía pública la carta de despedida del Che.

Habría que decir también que, en medio de todo este intenso bregar como revolucionario, ocupa un espacio privilegiado su familia: su compañera, la escritora marxista chilena Marta Harnecker, la hija de ambos, Camila, y su primogénito, Manuel, quien es abogado.

Luego de tantos años, conceder esta entrevista no es para él sino un homenaje, “mi modesto homenaje al Che Guevara”.

(Manuel Piñeiro ‘Barbaroja’, uno de los más altos dirigentes de la Revolución Cubana y amigo entrañable de la independencia de Puerto Rico, falleció en 1999)

Pregunta P: ¿Cuándo y en qué circunstancias conoció usted al Che?

Manuel Piñeiro ‘Barbaroja’ MP: La primera vez que lo vi fue de pasada, al cruzarse nuestras Columnas luego del combate de Pino de Agua el 10 de septiembre de 1957. Por otros combatientes, quienes hablaban de él con mucho respeto y cariño, ya sabía que era un argentino valiente, temerario, dotado de una gran preparación cultural y de sólidas ideas políticas. Luego volví a encontrarlo en El Hombrito, otro lugar de la Sierra Maestra, donde se hallaba su comandancia: armería, panadería, servicios médicos. Él mismo era el dentista, con una tenaza por único instrumento. Coincidentemente con el día de hoy (10 de junio), yo tenía un tremendo dolor de muela, pero cuando iba en busca del Che oigo quejidos y gritos de un hombre y lo veo a él sujetando por la cabeza a un campesino y, tenaza en mano, extrayéndole una muela. Allí me dije: ‘jamás caeré en las manos de este hombre’. Esa imagen creo que no la olvidaré nunca.

P: ¿Qué impresión le causó su personalidad?

MP: La de un hombre sereno, de mucha confianza en sí mismo, que inspiraba respeto. Al principio, podía parecer serio e introvertido, más una vez que se entraba en contacto personal con él se mostraba muy comunicativo, con un agudo sentido del humor, a menudo matizado de ironía. Pienso que por tener otra sicología, otra formación cultural, otra idiosincracia, algunos compañeros no comprendían sus bromas, decían que los suyos eran chistes “argentinos” muy ácidos. En realidad, muchas veces llevaban un cierto tono crítico, pero eran siempre afectivos y educativos, nunca de ofensa a ningún compañero, siempre apelando a su vergüenza personal.

Mi relación estrecha con el Che se inicia en la segunda mitad de 1959.

P: ¿Es entonces que comienzan a trabajar juntos en las actividades vinculadas con la solidaridad hacia las luchas revolucionarias en el Tercer Mundo?

MP: Sí. En ese año me trasladan de Oriente a La Habana, para incorporarme a la fundación de las estructuras de seguridad e inteligencia que antecedieron a la creación del Ministerio del Interior. Estas estructuras tenían también que ver con la atención a dirigentes revolucionarios y políticos de otros países del Tercer Mundo, quienes venían a conocer la experiencia de la Revolución Cubana y querían conversar con sus principales dirigentes. Él les dedicaba su poco tiempo disponible, sobre todo las noches, como mismo hacía con cuanto campesino o combatiente rebelde vinculado a él en la Sierra, le solicitara una entrevista. Las reuniones con esos dirigentes se extendían hasta bien avanzada la madrugada y a veces hasta la salida de los primeros rayos del sol. Se realizaban en casas de seguridad, en las sucesivas oficinas del Che y, ocasionalmente, en su casa.

P: ¿Qué más recuerda de aquellas reuniones?

MP: Invariablemente, estaban “presididas” por un termo de agua caliente, una bombilla, mate y un tabaco en la boca del Che. Me llamó la atención siempre su capacidad de saber escuchar, su respeto por las opiniones de su interlocutor, aun cuando no coincidieran con las suyas. Sin embargo, esto no significaba que no expusiera sus puntos de vista con argumentos muy convincentes. Aun sin conocer al visitante, podía crear un clima de distensión, confianza y fraternidad que permitía a ambos dialogar directa y francamente.

P: ¿Puede decirse que desde el propio triunfo de la Revolución ya empiezan a confluir la puesta en práctica de la política solidaria cubana hacia el continente, con las ideas del Che de integrarse a la batalla liberadora en otros países de América Latina?

MP: No hay que olvidarse de dos cosas: desde La historia me absolverá, Fidel manifiesta la vocación latinoamericanista de la Revolución. Él mismo había participado en el Bogotazo, en actividades de solidaridad con la lucha por la independencia de Puerto Rico por la soberanía de las Malvinas por la recuperación del Canal de Panamá y en la fallida expedición de Cayo Confite para derrocar al dictador dominicano Leónidas Trujillo. Fidel se encuentra con un Che en quien ya existía esa misma voluntad, que venía marcado por su experiencia de la derrota del presidente Jacobo Arbenz en Guatemala, en 1954.

Lo otro es que, antes de partir para Cuba en el Granma, él le planteó a Fidel que tan pronto como pudiera liberarse de sus responsabilidades con la Revolución Cubana, y fuera el momento más oportuno, quería tener la libertad de integrarse a la lucha revolucionaria en otro país de Latinoamérica, preferiblemente Argentina.

P: ¿Cómo concebía el Che el desarrollo y diseminación de la lucha revolucionaria en América Latina?

MP: Su concepción, con raíz en la guerra liberadora cubana, consistía en fundar una columna madre integrada por revolucionarios de varios países latinoamericanos, la cual, una vez superada la etapa de sobrevivencia, fogueados los combatientes, formados los cuadros de dirección en su fase de desarrollo y crecimiento, crearía las condiciones para el desprendimiento de otras columnas y así expandir el combate a otros países del continente, sobre todo hacia aquellos que se unieran al imperialismo en el intento de derrotar la causa popular.

Según demostró la experiencia cubana, el núcleo guerrillero original, bien dirigido, era el motor chico que, accionando política y militarmente, echaba a andar el motor grande de las masas. En eso se basaba la concepción continental y antiimperialista del Che sobre la lucha armada revolucionaria. Es esencialmente política, militar, de masas, y contradice esa interpretación reduccionista del foco guerrillero que se le ha adjudicado al Che. Él hablaba de un foco insurreccional vinculado a las masas, no de un grupo pequeño de hombres armados que actúan divorciados del movimiento popular y en general del pueblo. También dijo que no podía desarrollarse la lucha guerrillera en aquellos países donde los gobiernos fueran fruto de alguna forma de consulta popular y donde no se hubieran agotado las posibilidades de lucha cívica.

P: ¿En la preferencia del Che por Argentina está el origen de la guerrilla que comandó su compatriota Jorge Ricardo Masetti en 1963? ¿Cuál fue el papel del Che en ella?

MP: El Che lo había conocido como periodista en la Sierra Maestra. Después de enero del 59, Masetti regresó a Cuba, cumplió algunas misiones de apoyo a la revolución en Argelia con el Frente de Liberación Nacional (FLN), así que ya había adquirido cierta experiencia combativa. Cursó escuelas militares en nuestro país y entonces el Che le dió la tarea de organizar una columna guerrillera cuya misión principal era instalarse en un territorio argentino fronterizo con Bolivia, específicamente Salta, con la idea de incorporarse en cuanto se lograra un mínimo de condiciones para dirigir desde allí el inicio de la lucha armada en Argentina. Él prestó una dedicación especial a la preparación de ese destacamento, nombrado Ejército Guerrillero de los Pobres, donde irían junto a Masetti, entre otros compañeros, el cubano Hermes Peña (muerto en combate) y Alberto Castellanos, quien cayó prisionero y permaneció cuatro años en las cárceles argentinas sin que pudieran identificar su verdadera nacionalidad.

P: Cuando Masetti partió a Salta, ¿se le denominó Segundo, aludía esto al hecho de que él la encabezaría sólo temporalmente?

MP: Sí, porque el Primero era el Che; ése era el significado del seudónimo de Masetti. El Che quería ser el iniciador, pero Fidel logró persuadirlo de que sólo ingresara a la Argentina luego de que una avanzada creara las condiciones. Es decir, que no estuviera allí en la etapa más difícil y riesgosa de cualquier movimiento guerrillero, la de la sobrevivencia.

Este criterio tiene su antecedente en la política de cuadros que desarrolló Fidel en la Sierra Maestra. Fidel no quería que un cuadro de la experiencia y la estatura continental del Che se expusiera en la primera etapa de la lucha guerrillera.

Sin embargo, este esfuerzo contó con la solidaridad cubana.

Era necesario establecer previamente una base de apoyo logístico desde la parte boliviana y para eso fueron designados los cubanos Abelardo Colomé Ibarra (Furry), hoy General de Cuerpo del Ejército, y José María Martínez Tamayo (Papi), quien murió después en la guerrilla boliviana. Ellos se trasladaron a Bolivia para recibir a Masetti y su grupo, con la ayuda de los hermanos Peredo y Rodolfo Saldaña (miembros del PC boliviano), en coordinación con un grupo de compañeros a quienes nosotros enviamos a La Paz. A la par, los esposos William Cooke y Alicia Eguren se encargaban del respaldo en la Argentina por solicitud del Che, si bien no conocían totalmente los planes ni la eventual participación del Che en ese movimiento guerrillero. También habría que reconocer aquí la cooperación brindada en todo momento por la dirección del FLN argelino.

P: Finalmente, la insurgencia de Masetti fue descubierta y casi todos sus miembros murieron o desaparecieron, ¿qué efecto causó en el Che tal desenlace?

MP: Un efecto profundamente emocional y humano: habían caído compañeros a quienes le unían muchos años de camaradería y lucha. Según expresó más de una vez, lo perturbaba la idea de que mientras eso ocurría, él se hallaba aquí en una oficina. Cuando en abril de 1964 se perdió el contacto con Masetti, el Che hizo todos los esfuerzos posibles por aclarar las circunstancias de aquellos sucesos, por saber si había sobrevivientes, y en caso de existir, por reorganizarlos. En esos intentos tuvo la colaboración de William y Alicia. Más tarde, otros amigos argentinos han seguido buscando los restos de Masetti y sus compañeros, tratando de reconstruir los acontecimientos, pero hasta ahora no se han podido hallar indicios de cuál fue la forma en que culminó aquel intento guerrillero y las circunstancias de la muerte de Masetti.

P: Por esa misma época, el Che estuvo muy atento a los empeños de insurgencia en Perú, ¿es cierto que fue este país otra de las alternativas valoradas por él antes de seleccionar Bolivia?

MP: Argentina, Perú, Bolivia...todo formaba parte de su proyecto integrador para llevar adelante su estrategia de continentalizar la revolución. Paralelamente a la Operación de Salta, un grupo de combatientes peruanos dirigidos por Alain Elías y entre quienes se encontraban Javier Heraud y Abraham Lamas, intentó comenzar en enero de 1963 la lucha armada, cuando entraron a Perú por la zona de Puerto Maldonado, fronteriza con Bolivia. Allí murió el joven poeta peruano Javier Heraud y otros compañeros. Ellos contaron con la ayuda de varios cuadros del PC boliviano, especialmente los hermanos Peredo, quienes les proporcionaron apoyo logístico y sirvieron como guías a su Columna para ingresar desde Bolivia a Perú. Años después, el ELN reinicia la lucha bajo la dirección de Héctor Bejar, emergen también las guerrillas de Luis de la Puente Uceda y Guillermo Lobatón, líderes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Con todos esos dirigentes peruanos el Che sostuvo reuniones previas. Es decir, que en Perú, había cierta organización y efervescencia popular, luchas sociales, ocurría la toma de tierras dirigida por Hugo Blanco; a la vez que era atractivo para el Che porque se hallaba más cerca de Argentina.

Sin embargo, tanto el intento guerrillero del ELN como los del MIR fueron destruidos, murieron Luis de la Puente Uceda (en noviembre de 1965) y Lobatón (en enero del 66); Héctor Bejar ya había sido detenido en 1965 y golpeada la columna que dirigía...

P: ¿Cómo reaccionó el Che ante todos estos reveses, que evidentemente aplazaban su proyecto continental?

Se le veía muy impaciente. No dejó de explorar posibilidades de sumarse al combate armado en otros países como Venezuela y Colombia. No obstante, no se dieron las condiciones favorables para recibir a un revolucionario de su talla política y militar, con las consecuencias que eso traería.

P: ¿Cuándo empieza a pensar en Bolivia como un escenario de batalla, y no sólo como una zona de apoyo? ¿Por qué se decide por este país?

MP: En 1964, el general Barrientos dió un golpe de Estado, y se abrió en Bolivia un periodo de intensa represión, pero también de resistencia del movimiento popular, particularmente de los mineros y los estudiantes. Dos años más tarde, estando en Tanzania, el Che decide enviar a Papi a Bolivia para evaluar la situación. Se confirma el criterio de que ésa era la única opción disponible en el sentido de que existían condiciones políticas mínimas y cuadros bolivianos con experiencia, quienes habían tomado parte en la ayuda a Masetti y a los guerrilleros peruanos.

P: ¿Cómo se perfilaba en el proyecto boliviano del Che su estrategia continental?

En su perspectiva, esa guerrilla debía resultar una escuela de formación de cuadros latinoamericanos, sobre todo del Cono Sur, que propiciara extender la lucha armada a otros países fronterizos. A la vez, le permitiría a él acumular fuerzas políticas y militares, y esperar por la ocasión más oportuna para continuar hacia su país natal. Ello dependería del desarrollo y crecimiento de la columna madre asentada en Bolivia. Sin ella, no era posible seguir hacia Argentina, donde también se había instalado una sanguinaria dictadura militar, apoyada por Estados Unidos y repudiada por los sectores más combativos del pueblo argentino.

De una manera realista, el Che analizó que, si a partir de Bolivia, surgían y evolucionaban otras columnas guerrilleras conformadas por combatientes de diversas naciones del Cono Sur, esto provocaría una alianza entre los gobiernos y los ejércitos de los países fronterizos, apoyados por el imperialismo. Ello contribuiría a la propagación de la lucha armada revolucionaria en la región, la cual se tornaría un escenario de cruentas, largas y difíciles batallas que más tarde o temprano llevarían a la intervención yanqui. Eso sería, por tanto, otro de los VietNam a los que él convocó en su histórico “Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental”.

P: ¿Pertenecen enteramente al Che la idea original y el plan para Bolivia?

MP: Sí, la elección del lugar, los combatientes, el diseño y preparación de dicho plan, todo fue concebido por él. Lógicamente, Fidel ofreció todo el apoyo y la cooperación posibles. Nuevamente planteó que el Che no fuera en la avanzada, sino cuando ésta ya se hubiera instalado y creado un mínimo de condiciones: la logística, el armamento, las redes urbanas de apoyo y la incorporación de algunos cuadros latinoamericanos.

Además, desde el punto de vista sicológico, (el Che) se sentía muy apremiado por el paso de los años. Él sabía como nadie que le eran imprescindibles las condiciones físicas elementales para conducir un movimiento guerrillero; y que no le sería nada fácil la tarea de desarrollarlo en aquella coyuntura de América Latina, con Estados Unidos desplegando la desmovilizadora Alianza para el Progreso, y toda una campaña contrainsurgente de ayuda a los regímenes del área.

Se ha dicho que luego de la divulgación de su carta de despedida, el Che sentía que había asumido el compromiso moral de no retornar a Cuba a volver a ocupar un cargo visible en la dirección de la Revolución...

En mi opinión, con carta de despedida o sin ella, el plan del Che era inamovible. Estaba decidido a cumplir con lo que él había diseñado como su objetivo histórico y estratégico: continentalizar la lucha antiimperialista.

P: ¿Qué consideraciones le merece la versión difundida en el mundo, respecto a que la dirigencia política cubana abandonó al Che en Bolivia y no le ofreció el apoyo necesario para el éxito de su operación?

MP: Desde el mismo comienzo de la Revolución cubana -y mucho antes, desde nuestras primeras guerras de independencia-, el imperio ha practicado una estrategia de división de las fuerzas revolucionarias: primero se echó a rodar la campaña de que la desaparición de Camilo fue obra y consecuencia de las contradicciones en el interior de la dirección revolucionaria; después hablaron de supuestas divergencias entre Raúl y Fidel; y luego entre Fidel y el Che. Así montaron toda una campaña de desinformación que dura hasta nuestros días para tratar de generar confusión no sólo en Cuba sino en el movimiento revolucionario latinoamericano y mundial, y en la opinión pública internacional. Uno de los ejes de esas campañas es este supuesto abandono a la guerrilla del Che, que se basa en el cuestionamiento de por qué no le mandamos un refuerzo militar para ayudarlo a romper el cerco del Ejército boliviano. Cualquiera que conozca las leyes de una guerrilla sabe que, en la fase inicial, es más difícil. La columna está obligada a desplazarse constantemente para evitar las emboscadas del ejército enemigo, máxime si está en desventaja con éste. En esa fase, la guerrilla depende de sus propias fuerzas y del respaldo que puedan brindarle las redes urbanas, las cuales en aquel momento ya habían sido golpeadas. Por tanto, no era fácil enviar -como dicen- un refuerzo militar. Eso es pura fantasía.

P: ¿Y también es una fantasía la comparación que se ha hecho entre la supuesta falta de apoyo al Che y los exitosos esfuerzos cubanos por sacar de Venezuela a los oficiales que se encontraban allí?

MP: Con absoluto conocimiento y responsabilidad afirmo que, en Venezuela, el Partido Comunista, el MIR y otras fuerzas revolucionarias conservaban estructuras clandestinas y recursos operativos que facilitaron la organización paciente y minuciosa de la operación de salida de esos compañeros. Esas circunstancias no concurrían en Bolivia.

P: Regresando al año 1965, usted estuvo muy ligado a los preparativos de la misión internacionalista cubana en el Congo, dirigida por el Che en ese año. A su juicio, ¿qué representó para él esta etapa, en relación con su plan estratégico final?

MP: En ese entonces, aunque ciertamente se evidenciaba un auge revolucionario a nivel mundial encabezado por el heroico pueblo vietnamita, y al calor de la Revolución Cubana, aún no existían condiciones mínimas para que el Che pudiera materializar su plan en Latinoamérica. Ante esto y ante la solicitud de ayuda que había formulado a Cuba a través del Che la dirección del Consejo Supremo de la Revolución del Congo, Fidel le propone como lo más útil ponerse al frente del grupo de asesores militares cubanos que marcharían a ese país africano, de modo que esto le permitiera ganar tiempo acopiando experiencia, fogueándose nuevamente, al igual que preparando a algunos de los cuadros y combatientes cubanos que lo acompañarían más tarde a Bolivia.

El Che asume la etapa del Congo como una fase intermedia para prepararse con vistas a su meta definitiva y aguardar a que la evolución de los acontecimientos en América Latina crearan condiciones políticas favorables para llevar a cabo sus planes estratégicos.

P: ¿Cuál fue la participación del Viceministerio que usted dirigía, en las delicadas operaciones para trasladar al Che y sus compañeros a África, luego regresar a Cuba y más tarde salir hacia Bolivia?

MP: Nuestro organismo tuvo a su cargo toda la preparación técnica y operativa para la misión del Congo, la documentación, los itinerarios de viaje, las leyendas. A partir de nuestra embajada en Tanzania, constituimos un grupo de apoyo encargado de la búsqueda de información y de la cooperación en el traslado de la logística desde ese país a la base del Che en el Congo. A partir de la orientación de Fidel, el Viceministerio Técnico del MININT respaldó al Che en todo cuanto él solicitaba en relación con la misión futura en Bolivia. Trabajamos en el aseguramiento de la documentación, la falsificación de pasaportes, las informaciones que él pedía sobre determinadas situaciones en el país de destino, el entrenamiento en distintas especialidades (comunicaciones, métodos conspirativos).

Todos los detalles técnicos fueron elaborados por nuestros oficiales, pero cada paso era analizado y aprobado por el Che; las vías escogidas y quiénes tomarían por ellas; cómo pasar inadvertidos por los aeropuertos, las características de éstos y de las fronteras, el grado de control migratorio, cuáles eran las horas y los días en que había menos vigilancia de las autoridades. Para esto, se realizó un estudio previo de la situación operativa, fronteriza y migratoria, y de los métodos aplicados por la contrainteligencia de los países por donde transitarían el Che y los demás combatientes.

Algún día, en el momento oportuno y conveniente, habrá que contar con más detalles esta historia y reconocer a todos esos compañeros que trabajaron en aquellas operaciones, en las que no hubo una sola falla. Hacia África se movieron más de 140 cubanos y más de 20 para Bolivia, sin ser detectados por los órganos de espionaje yanqui, ni por los aparatos de seguridad de los países por donde transitaron. Se laboró con mucha meticulosidad, profesionalismo, compartimentación y, sobre todo, con una gran motivación por tratarse de Che y de quienes lo acompañaban. Vivimos entonces días de mucha tensión. Sabíamos que un error de cualquier índole podía costar la vida de algún integrante de la misión. Eran horas de permanente vigilia y angustia hasta que recibíamos las señales que confirmaban la llegada del Che y del resto del grupo a los lugares de destino. Nunca olvidaré aquellos momentos, ni a ninguno de los compañeros que cumplieron anónimamente esa difícil tarea internacionalista.

P: ¿Cuál era el estado de ánimo del Che en los meses entre su regreso del Congo y su partida hacia Bolivia? Él venía de una derrota africana...

MP: Bueno, una derrota cuyas causas explicó, haciéndose además una autocrítica, como era propio de su personalidad, de su ética. Siempre hay que recordar que él fue a allí a transmitir su experiencia y a asesorar, no a dirigir esa guerra de liberación. Ya en el lugar, chocó con las tradiciones culturales y religiosas, las contradicciones entre los dirigentes congoleños, la falta de experiencia combativa, una situación muy conflictiva, sobre todo para la mentalidad de nuestros combatientes, que eran gente fogueada, con experiencia de lucha, y querían no sólo asesorar sino participar en el combate directo contra el enemigo. No fue fácil, lógicamente.

Por ello el Che se incorporó directamente a las acciones combativas y estuvo dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias de sus actos. Sin embargo, las decisiones tomadas por la dirección congolesa y por los gobiernos africanos, crearon una coyuntura donde no había otra alternativa que organizar su salida del Congo y la de otros muchos compañeros.

Respecto al estado moral del Che antes de salir hacia Bolivia, parecía un muchacho con juguete nuevo. Estaba eufórico, feliz, porque se hallaba con el grupo que él había elegido y ya se habían entrenado. Se mostraba muy fraterno con los compañeros, aunque también muy disciplinado y exigente. Practicaban un plan riguroso de preparación física, militar y sicológica; lectura de documentos sobre el país; aprendizaje del quechua, clases de matemáticas. Se preocupaba mucho por la superación cultural de los combatientes subordinados a él.

P: ¿Qué impacto causó en usted la carta de despedida del Che?

MP: Ya sabía de ella antes de que fuera leída por Fidel. No obstante, cada vez que la oigo o la leo me provoca un estremecimiento y me trae muchos recuerdos tanto del Che como de sus compañeros, pues los conocí a todos y a algunos me unían estrechos lazos personales y de trabajo.

P: ¿Cuándo vio al Che vivo por última vez? ¿Pensó que sería la última?

MP: Lo vi en la madrugada del día que marchaba hacia el aeropuerto para su incorporación a la lucha guerrillera en Bolivia. Fue en una casa de seguridad donde sostuvo -creo- la última conversación con Fidel. Se hallaban también Raúl Castro y Vilma Espín. En la sala había un sofá y Fidel y Che estuvieron hablando allí solos, en voz baja, un tiempo muy prolongado. No pensé que sería ésa la última vez que lo vería, aunque quienes nos comprometemos en este tipo de lucha sabemos que en ella se triunfa o se muere. Éramos muy optimistas y teníamos mucha confianza en la decisión, la voluntad y la capacidad del Che, de los cubanos que lo acompañaban y de los bolivianos que habían sido probados en otras tareas. De hecho, la guerrilla boliviana logró realizar varias acciones militares exitosas, causándoles bajas y tomando prisioneros a soldados del Ejército.

El Che no sentía -como han querido atribuirle- esa cierta mística hacia la muerte. Aun si hubiese quedado solo o con un combatiente, se habría esforzado por reorganizar la guerrilla y continuar la batalla. Él no era un hombre que entregara su vida fácil a los enemigos y tampoco tenía vocación de mártir. La prueba está en que, herido y con el fusil inutilizado, trata de escapar del cerco para reencontrarse con sus hombres. Nunca se sintió ni derrotado, ni desmoralizado. Sus ideas las defendía con su piel, sin importarle si le iba la vida en su empeño.

P: ¿El Che se despidió de usted? ¿Cómo fue la despedida?

MP: Estaba contento, sonriente. Fue una despedida sencilla, él no era muy efusivo. Su emoción la llevaba internamente, había que saber descifrarla. Pero como siempre, la expresión de su rostro transmitía una gran fuerza y convicción.

P: ¿Cómo le llegó la noticia de su muerte?

MP: Por una radiofoto que recibí el 10 de octubre, donde aparecía el cadáver del Che en la lavandería. Llamé a Fidel y él vino a mi casa. Recuerdo la cara de Fidel, dubitativo; aunque le hallara a la foto algún parecido con el Che, no estaba muy convencido de que era él. Se marchó para su casa y, estando allí con la compañera Celia Sánchez, le llevé una segunda radiofoto que me había llegado, la cual ya no dejaba lugar a dudas de que se trataba del Che. Ese momento quedó registrado en mi memoria como una fotografía inolvidable. En aquella habitación se hizo un gran silencio. Fidel envió a la compañera Celia a buscar a Aleida, la esposa del Che, quien se encontraba en una investigación en las montañas del Escambray, para darle personalmente la noticia. Luego llamó a otros compañeros de la dirección del Partido y comenzó a dar instrucciones acerca de cómo se debía transmitir la información y preparar a nuestro pueblo para esa dura noticia. Fue un impacto tremendo. Pero en estas misiones revolucionarias uno deja la vida debajo de la almohada.

P: ¿Cuánto tiempo después se supo que había sobrevivientes?

MP: Al poco tiempo, cuando Pombo, Urbano y el ahora traidor Benigno logran romper el cerco, y específicamente Inti Peredo establece contacto con algunos militantes del Partido Comunista boliviano y del ELN, quienes los llevaron hasta la frontera con Chile. Siempre recuerdo con mucho cariño el papel desempeñado por Salvador Allende, en ese año presidente del senado chileno, quien a pesar de las críticas de la derecha brindó todo su apoyo y protección a los tres sobrevivientes. Él le comunicó a nuestro embajador en Francia, Baudilio Castellanos, que trasladarían a los tres sobrevivientes a Tahití. Hacia allí viajó nuestro embajador, los llevó a Francia y de ahí a Cuba. Igualmente, hay que destacar la colaboración ofrecida por los partidos comunista y socialista chilenos, Beatriz Allende y entre otros muchos compañeros, la del periodista Elmo Catalán, quien luego caería en combate junto a Inti Peredo, tratando de reiniciar la lucha armada en Bolivia.

P: ¿Cuáles son sus valoraciones acerca de las biografías sobre el Che aparecidas en los últimos tiempos?

MP: Bueno, no las he leído todas, sí algunos comentarios publicados en periódicos de América Latina donde, en particular uno de ellos, pretende presentar a un Che que sólo encarna un símbolo puramente cultural -sobre todo entre la juventud-, despojarlo de su mensaje político-ideológico y de su ejemplo. Algunos -porque no todos sus biógrafos muestran un balance negativo- enfatizan en que todas las tésis económicas, políticas y militares del Che han fracasado, que han perdido vigencia y que el rumbo tomado por la Revolución cubana desvirtúa sus ideales. En mi opinión, si la Revolución Cubana hubiera abandonado los ideales del Che, no sería como sigue siendo: un bastión de las luchas populares antiimperialistas, anticapitalistas y por el socialismo, que se desarrollan en este mundo. Aun en las duras circunstancias de agresión económica, política e ideológica por parte del imperialismo, el pueblo cubano mantiene el heroísmo al que lo convocó el Che y lo convoca todos los días Fidel, al que llamó su “maestro y guía”.

La demostración de que los ideales, el pensamiento, la acción y el ejemplo del Che no han fracasado y que trascienden con una proyección de futuro, es que cada día hay un interés creciente y consciente en Cuba y el mundo por estudiar su obra e interpretarla, recuperando la esencia de sus ideas, y tomando en cuenta las diferencias entre su momento histórico y éste.

En muchos países, las sociedades de consumo han querido convertirlo en una mercancía. Sin embargo, la fuerza paradigmática del Che se impone por encima de estas intenciones, para intranquilidad de los triunfalistas neoliberales y los poderosos de este mundo. Intentar reducirlo a un símbolo cultural es una vulgar simplificación. No creo que la atracción y la solidaridad que su figura concita hoy día en la juventud mundial, respondan a esa estrecha percepción del legado del Che, sino que lo ven como un hombre con una tremenda fuerza moral, muy honesto, sensible, humano, capaz de acompañar su prédica con sus actos; como un símbolo del internacionalismo, del antimperialismo, de la solidaridad, del genuino socialismo.

Creo que mientras existan oprimidos y opresores, injusticias sociales, dominación imperialista y también la esperanza en un mundo justo, fraternal y solidario entre los hombres y los pueblos, perdurará el pensamiento y el ejemplo del Che.

Tomado de la Revista Tricontinental, Cuba


Brigadas Dolores Ibarruri

Brigadas Dolores Ibarruri
Brigada Catalana

LIbrered

LIbrered
Diario Digital Alternativo



El Horizonte según el Che

El Horizonte según el Che

Che Guevara (3’42”) Chicos Nuevos (Cuba)


Archivo del blog



www.pcc.cat

  © Free Blogger Templates 'Photoblog II' by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP